viernes, 27 de febrero de 2009

BENJAMIN VICUÑA MACKENNA EL PRESIDENTE QUE NO FUE





Alexis de Tocqueville en su texto, clásico de la ciencia política, "La democracia en América" titula un capitulo "Porque los grandes hombres no son presidentes de América (EEUU)". Esta afirmación-interrogación bien podría formularse en Chile. Particularmente si se observa el cuadro de postulantes que se perfilan, cuya modestia de talentos, paradójicamente, va en inversa proporción a sus posibilidades electorales. A mayor modestia intelectual, más votos.

Esto no es cosa nueva. Hay un hombre grande en la historia de Chile y América Latina, hombre excepcional, que debió presidir nuestro país y no lo hizo.

La historia de Chile yace distante de sus hijos de estos tiempos. El grueso de mis compatriotas poco o nada saben de don Benjamín Vicuña Mackenna, es posible que este nombre sólo les evoque una de las avenidas principales de Santiago que tan merecidamente lleva su nombre.

Vicuña Mackenna fue uno de los grandes hombres de nuestro país en el siglo XIX. Nació en Santiago el 25 de Agosto de 1831. Hijo de Pedro Félix Vicuña y de doña Carmen Mackenna, hija esta del brigadier de origen irlandés don Juan Mackenna que prestó destacados y nobles servicios a Chile en las guerras de independencia, los cuales le costaron en definitiva la vida (*).

Estudió en el Instituto Nacional y se graduó como abogado en la Universidad de Chile. Participó en la Sociedad de la Igualdad de Francisco de Bilbao en 1851, entidad que en aquél tiempo expresaba la crítica social más radical y progresista de nuestra sociedad. Participó en el motín contra Manuel Montt lo que le valió el exilio. Entre 1852-56 recorrió Inglaterra, Estados Unidos y América Latina. Volvió a Chile y un nuevo amotinamiento le retornó al exilio, se radicó entonces en Europa.

Desde 1862 participa de manera destacada en la Sociedad de Unión Americana en Santiago. En 1864 es elegido diputado por La Ligua. Sus concepciones liberales quedaron claramente establecidas en su discurso inaugural de la campaña cuando expreso: «Por el carácter que, desde el principio ha asumido la, cuestión entre nosotros, sabéis ya con certeza, señores, que el adversario con quien vamos a luchar para vencerlo, es ese elemento nuevo y peligroso que pretende invadir el campo de la política y que no vacilo en llamarlo por su propio nombre, el elemento clerical».

Formidable orador se transformó en un verdadero tribuno popular en el parlamento. Una de sus primeras leyes fue la repatriación de los restos de Bernardo Ohiggins quedados a su fallecimiento en Lima donde vivió cruel e injusto exilio luego de haber independizado a Chile. Promovió leyes y participó en discusiones parlamentarias que tendrían plena vigencia en el Chile de hoy tales como: ley de protección de los derechos indígenas, contra los abusos de las cajas de crédito prendario (casas de empeño) por sus intereses usurarios y a favor de la tolerancia religiosa. Era un revolucionario liberal de tomo y lomo en su época.

El 31 de Septiembre de 1865 fue designado agente diplomático confidencial de Chile en Estados Unidos para suscitar apoyos para Chile y Perú que habían entrado en guerra con España y crearle la mayor cantidad de problemas posibles a esta última potencia colonialista particularmente por la vía de colaborar con los independentistas cubanos y portorriqueños..

Luego de su misión se le reeligió como diputado por Valdivia (1867-70) y por Talca (1873-76).

El presidente Federico Errázuriz Zañartu en una hábil maniobra política destinada a evitar los fuegos de un orador deslumbrante en el parlamento, le invitó a colaborar en su gobierno. La proposición no sólo fue astuta sino muy ventajosa para Santiago, pues el nuevo Intendente (1872-75) le cambió la cara a la ciudad realizando gigantescas y bien definidas obras públicas como la construcción del paseo del Cerro Santa Lucía que perdura hasta hoy, todas ellas en los conceptos estéticos arquitectónicos que había percibido en Europa. Modernizó también la policía civil siguiendo el parámetro francés. En 1876 una bien merecida candidatura a la presidencia de la república naufragó en las procelosas aguas de la política contingente. Con todo don Aníbal Pinto solitario postulante a la primera magistratura debió observar el cómputo de significativas abstenciones en el colegio electoral que fueron muestra de adhesión a Vicuña Mackenna.

Luego de este traspié sería senador por Santiago y luego por Coquimbo. Paralelamente Vicuña Mackenna fue también uno de los intelectuales más brillantes del siglo, dueño de una vitalidad extraordinaria hizo compatible con su azarosa vida política una producción historiográfica extraordinaria. Sus obras se publicaron en la primera mitad del siglo XX bajo promoción de Arturo Alessandri Palma en 19 tomos. Entre sus obras más connotadas se cuentan: Páginas de mi diario durante tres años de viaje: 1853- 1854- 1855, El ostracismo del general D. Bernardo O'Higgins, Historia de los diez años de la administración de don Manuel Montt, Vida de don Diego Portales, La guerra a muerte: memoria sobre las últimas campañas de la Independencia de Chile 1819-1824, Historia crítica y social de la ciudad de Santiago (1541-1868), Historia de Valparaíso: crónica política, comercial i pintoresca de su ciudad i de su puerto desde su descubrimiento hasta nuestros días, 1536-1868, Lautaro y sus tres campañas contra Santiago. 1553-1557, Los médicos de antaño en el Reino de Chile, Vida de Bernardo O'Higgins, Juan Fernández. Historia verdadera de la isla de Robinson Crusoe, El álbum de la gloria de Chile. Homenaje al Ejército y Armada de Chile en la memoria de sus más ilustres marinos y soldados muertos por la patria en la Guerra del Pacífico. Es de hacer notar que todas ellas tienen un enorme valor científico y en el caso de El ostracismo de los Carreras y Vida de Bernardo Ohiggins son fundacionales en el tema.

El 25 de Enero de 1886 en su hacienda Santa Rosa de Colmo mientras trabajaba en su biblioteca llegó a término su fructuoso paso por este mundo. No se ahorro riesgo en su vida ni se intimidó ante empresas venturosas dotado como estaba de espíritu y corazón vehementes, como cruel paradoja sería este último el que presentaría letal vacilación.

Santiago le recuerda con una estatua al pié del Cerro Santa Lucía. Existe también un museo biblioteca, creado por ley, con su nombre destinado a la conservación y divulgación de su formidable obra. Se le recuerda también en otros lugares de nuestra América, como en Cuba, a la que colaboró activamente, como hemos dicho, en la incubación de primera insurrección libertadora (1868), desde su cargo como agente diplomático especial en EEUU, en el que editó el periódico independentista-revolucionario "La voz de América".

De don Benjamín Vicuña Mackenna escribió Rubén Darío:

¿Qué fue Vicuña Mackenna? Enmiendo ¿Qué no fue Vicuña Mackenna? Fue gran político, gran historiador, tribuno, viajero, poeta en prosa, crítico, literato, diarista incomparable, monstruo de la naturaleza. Escribía en francés, como un parisiense, peroraba en inglés, como un norteamericano. Tan sabiamente analizaba los detritus y las plantas, como los poemas y las oberturas. Su cabeza era una enciclopedia. ¡Oh, cerebro prodigioso donde las ideas no hacían distinción de conocimientos para prodigarse siempre fecundas, siempre amenas y regeneradoras fue, sin exageración, el carácter más admirable y la inteligencia más clara de toda la América Latina.

ROBERTO AVILA TOLEDO

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