Páginas

martes, 28 de enero de 2014

NUESTRA DESASTROSA POLITICA EXTERIOR



La cancillería chilena viene a los tumbos hace mucho rato. Durante la dictadura vivió un severo aislamiento internacional  a partir de las violaciones a los DDHH  y de su papel de agencia de tapadera de los servicios de inteligencia de Pinochet, por ejemplo el agente de la DINA Cristiàn Labbé fungió como diplomático por años.

Vuelta la democracia, el personal se mantuvo sin cambios sustantivos, peor aún funcionarios como Jimy Sinclair, colaborador activo de la CNI, como consta en documentos oficiales, fueron vertiginosamente ascendidos, en este caso por Eduardo Frei Ruiz Tagle que a instancias de Martita le subió dos grados para dejarlo con rango de embajador, hoy es el director de protocolo de Piñera.

Se esperaba que la nueva cancillería adoptara un compromiso internacional con la democracia a partir de todo lo que habíamos sufrido y de la solidaridad internacional que habíamos recibido. Nada de ello ocurrió, los mismos funcionarios siguieron desplegando una conducta de indiferencia en estos temas y de marcado arribismo internacional que nos fué ganando las antipatías internacionales.

Los mandos políticos concertacionistas – siguiendo una orientación general de sus gobiernos- parecieron más ocupados en congraciarse con el personal de “carrera· (impuesto por la dictadura o prohijado por esta)  que de desplegar una politica distinta  en el ámbito internacional.

Nada se hizo por mejorar el nivel profesional de sus miembros, son muchos los embajadores “de carrera” que ni siquiera tienen un titulo profesional, por ejemplo German Guerrero que lo ha sido en Cuba, México y otros lugares, creo que una labor de esa envergadura requiere de algo más que una licencia secundaria.

La defensa de Pinochet en Londres, en la que  nuestra cancillería se desprestigio a más no poder, llegando a falsificar pasaportes para el dictador, nos dejó muy mal. No menor fue, el aporte a esta pérdida de imagen, el respaldo oficial de la canciller Soledad Alvear al golpe de estado en Venezuela. Las victimas de Pinochet apoyando un golpe de estado, resultaba difícil creerlo. Al Dalai Lama de visita en Chile ni siquiera lo recibieron en La Moneda, nunca se reconoció al estado palestino, el pueblo saharahui, al cual le fueron a pedir dinero para la campaña presidencial de una señora a pesar de la pobreza  a que lo tiene sometido la monarquía marroquí, nunca lo reconocieron, a Cuba le exigieron condiciones miserables para restablecer relaciones diplomáticas.

Empezamos a perder amigos internacionalmente, no éramos confiables para nadie,  perdimos a un aliado histórico  como Ecuador que prefirió, en este tema de La Haya, arreglarse por separado con los peruanos que defenderse junto con Chile. No somos confiables.

 La política exterior se desplegó arrogante “los tratados no se modifican”, eso es un sofisma, claro que se pueden modificar con acuerdo de las partes, se agregaba “no tenemos cuestiones limítrofes pendientes”, la soberbia ciega a los que posee.

Argumentaban, estos fukuyamistas de segunda mano,  que terminada la guerra fría la política internacional se había desideologizado. La “fenicia” cancillería chilena se empezó a escuchar en los foros internacionales, la “Israel” de América Latina.

Cuando asumió Piñera y su ministro gerente de retail las cosas llegaron al paroxismo se instaló la doctrina de las "cuerdas separadas". Todo conflicto se encapsula en su ámbito, los negocios están antes que todo. Piñera llegó a dar una cena en honor de Alan García y lo condecoró en La Moneda. Porque?, negocios que no conocemos o un estropicio de marca mayor como resultado de una política que pone delante del interés de la patria el de los empresarios.

Las relaciones internacionales son integrales.

La cancillería chilena fracaso por completo pues no pudo evitar que los peruanos nos llevaran al tribunal de la Haya que como sea es una confrontación y no una negociación que es el instrumento propio de la diplomacia.

Luego se constituyó la “armada de Brancaleone”, ninguno de sus integrantes con experiencia en litigios, María Teresa Infante, su gran mérito ser hija de un almirante, Alberto Van Klaveren , pituto del PPD y punto y Felipe Portales fracasado ministro de educación y unas viejas inútiles que salieron a ultimo minuto a decir con necedad panglosiana “que pudo ser peor”. Se gastaron millones en viáticos, viajes y expertos       (cuyo monto la Corte Suprema les permite mantener en secreto) para terminar diciendo “hicimos lo posible”(Van Klaveren).

Los ministros de La Haya son en su mayoría ex ministros de relaciones exteriores que operan con lógicas políticas más que jurídicas (sino como explicamos el quiebre de la demarcación en la milla 80, porque no en la 60 o en la 130). La doctrina de las “cuerdas separadas” sólo pudo ser leída por ellos como que para Chile no era dramático perder territorio (los derechos económicos exclusivos lo son; una forma de propiedad), si los negocios continuaban. Para la Corte  un conflicto resuelto, el conflicto no escala y el prestigio del tribunal aumenta.

Se dijo que nuestra integridad territorial se garantizaba con el enorme gasto militar y la amistad de los norteamericanos, un error completo.

Se nos dice ahora, dorando la píldora, que lo bueno es que ya todo lo territorial se resolvió. Eso mismo juro y requetejuro Fujimori y su canciller.

Perú y Chile cometieron un error histórico al ira a litigar a La Haya, al relativizar las 200 millas como zona económica exclusiva, supeditada al uso económico, la Corte abrió espació para que eventuales terceros señalen que Chile, Perú y Ecuador sólo pueden exigir las 200 millas en los lugares en que efectivamente han ejercido actos económicos de significación.

Chile Perú y Ecuador perdieron pues su declaración de 200 millas se relativizó por completo respecto de terceros. Sus derechos allí devendrían de la costumbre y ella requiere ser una practica reiterada y significativa. De esto no toman nota alguna los incompetentes de la cancillería, bueno con cuarto medio.


ROBERTO AVILA TOLEDO
  



No hay comentarios:

Publicar un comentario