El
pueblo mapuche habitaba pacíficamente y en propiedad lo que conocemos como el
territorio de la Araucanía cuando en 1492 América Latina fue invadida por el
Imperio español, sin que mediara provocación alguna.
Ya existía un derecho
internacional, llamado derecho de gentes, que prohibía agredir naciones,
especialmente cuando ellas tenìan una forma de organización estable ya
constituìda.
Los agresores
construyeron un burdo discurso justificativo de la guerra genocida que habían
desatado. Señalaron afanes evangelizadores, civilizatorios y por último una
supuesta donación papal.
Como se
puede evangelizar a quienes se mata, mutila y esclaviza?, como podía un reino
en cuyos palacios reales no existían ni siquiera baños y la mayor parte de su
población era analfabeta pretender civilizar a los Incas o los Mayas ?, como
podía donar el Papa algo que no era suyo , pues ni siquiera lo conocía?, son
interrogantes que nunca se respondieron pues los arcabuces, las lanzas y el
garrote vil resolvieron la discusión. Hay un texto que las jóvenes generaciones
no deben olvidar “Las venas abiertas de América Latina”, Eduardo Galeano.
Fueron
teóricamente enjundiosas las polémicas entre Ginés de Sepúlveda y
el noble Bartolomé de las Casas, acerca de los fundamentos de la invasión, si
los hubiere, y el genocidio de que era víctima la población originaria.
Pero eso no le salvo la vida a nadie, ni detuvo la masacre. Da cuenta en todo
caso que la brutalidad de lo acontecido inquietaba incluso la conciencia de los
propios invasores.
Del río Bio-Bío al
sur los afanes de conquista de los españoles recibieron como respuesta la lucha
armada de un pueblo dispuesto a defender su independencia. La guerra popular de
los mapuches (no tenían ejército profesional) tuvo un desenlace victorioso en
la batalla de Curalaba (1598) en que Pelantaro aniquiló al ejército español en
la zona, junto al cual pereció su jefe el gobernador del reino de Chile Martín Oñez
de Loyola. Sin desmerecer en lo más mínimo la grandiosidad de Playa Girón creo
que la primera gran victoria en contra del imperialismo en América Latina es
Curalaba. América Latina nace en Curalaba.
Curalaba es
la madre de Ayacucho, por ello los independentista dieron al partido de la revolución
el nombre de Logia Lautaro en recuerdo de las primeras luchas independentistas
iniciadas por los mapuches.
De allí en
adelante se fijaron los límites del Imperio español en estas tierras, que eran
el Bío Bío por el Sur y reaparecía el desde Valdivia al Sur. Todo el resto era
territorio independiente mapuche. Así se reconoció en múltiples tratados y
parlamentos.
Nunca,
póngase atención a esto, los mapas españoles incluyeron la Araucanía. En derecho
internacional existe el principio del Utis Posidetis, que significa, para estos
efectos que el nuevo estado de Chile tiene como límites los que tenía como
colonia. La Araucanía no era parte del Reino de Chile, no eran jurisdicción
militar de la Capítanía General, ni jurisdiccional de la Real Audiencia, ni
políticamente adscrita a la gobernación de Chile ni al Virreinato del Perú. El
estado de Chile no heredó jurídicamente la Araucanía pues estos territorios
eran independientes del estado español que le dio origen.
Con ocasión
de las guerras de independencia de Chile, el naciente estado chileno firmó
tratados con los mapuches, lo que implicaba un reconocimiento como otro estado,
como un legítimo sujeto de derecho internacional. Nuestra nación originaria no
participa en la guerra pues ellos eran independientes
La heroica y
victoriosa resistencia mapuche resistencia inspiró con el nombre de uno de sus
caudillos, Lautaro, a la logia que fue la vanguardia teórica y política de la
lucha de independencia de América Latina de la cual con legítimo orgullo
estamos celebrando su bicentenario.
Ohiggins
tiene discursos colmados de admiración y respeto al pueblo Mapuche. Ese es el
Ohiggins que la derecha no nos cuenta y que parte de la izquierda olvida. La
primera bandera de nuestra patria tiene a dos mapuches sosteniendo nuestro
escudo de armas.
No podía
estar en el pensamiento de nuestros libertadores lo que el estado de Chile,
estado conservador y liberticida a partir de la victoria conservadora de Prieto
en 1830, le hará al pueblo mapuche.
La mal
llamada pacificación de al Araucanía es una invasión genocida desde el estado
de Chile que en la segunda mitad llevaron adelante personas como José Joaquín
Pérez y Cornelio Saavedra que de haberlo hecho en estos tiempos tendrían
banquillo asegurado en el Tribunal Penal Internacional.
Más de 10 millones
de hectáreas fueron usurpadas, nuevas ciudades como Temuco se construyeron,
miles de mapuches asesinados, comunidades incendiadas y los sobrevivientes
echados a la cordillera para que murieran de hambre y enfermedades. Este
genocidio del siglo XIX es solo comparable al de los armenios y Judíos en el
siglo XX. Que sobrevivieran fue un milagro, y después dicen que son pobres y
borrachos.
Ninguna de
las ciudades que existen hoy en la Araucanía son previas a la llamada
pacificación, eso demuestra que nunca fue territorio español ni chileno.
Pero lo que
es peor, no desato el genocidio el estado chileno en beneficio de los chilenos
sin tierra, que los había y muchos, sino de alemanes, italianos y franceses a
los cuales se les entrego gratuitamente las tierras producto de la usurpación.
Con el estomago vacío llegaron de Europa los antepasados de los “rubiecitos de
ojos celestes” que ahora miran con desdén a la Nación Mapuche.
El asunto fue tan
abusivo que el propio estado chileno inventó la curiosidad jurídica de las
“mercedes de tierra”, que no es el derecho real de dominio del Código
Civil, para “autorizar” que los mapuches vivieran en los peores lugares
de sus propias tierras.
En 1881
siendo presidente Aníbal Pinto desde el estado chileno se montó una provocación
que desemboco en el asesinato de 18 personas integrantes de la familia Melìn,
lo cual puso a los mapuches en estado de beligerancia. El parlamentario don Benjamín
Vicuña Mackenna, uno de los más grandes chilenos del siglo XiX, denunció el
montaje en un artículo en el diario El Mercurio.
Se iniciaron
entonces las operaciones militares, con tropas que venían de la victoria en la
guerra del Pacífico.
Una invasión
en todas sus formas, una guerra sucia, que nunca fue una guerra legal pues el
parlamento chileno nunca la autorizó, a
partir de aquí los mapuches quedaron en una situación calamitosa y si han
sobrevivido es por una vitalidad como nación extraordinaria.
Esta agresión
es un conflicto internacional pues la Araucanía no era territorio chileno y
peor aùn el estado chilenos había firmado varios e importantes tratados con los
mapuches lo cual es un evidente reconocimiento como estado y sujeto de derecho
internacional.
Sólo el
gobierno del Dr Salvador Allende tuvo una mirada y una actitud distinta frente
al problema como lo recuerdan los propios dirigentes mapuches.
Los mapuches
son acusados de terrorismo y no han matado a nadie, por el contrario varios de
ellos han caído víctima de las balas policiales, incluso por al espalda,
curioso este terrorismo que ataca con perdigones y no mata a nadie.
Sólo en los últimos
días se ha producido la muerte de descendientes de los usurpadores y las
campanas del escándalo han tocado a rebato.
Las empresas
forestales les acusan de robo por sacar leña de sus bosques milenarios. Para
desprestigiarles se les dice delincuentes comunes, para condenarlos a penas de
prisión descomunales se dicen que son terroristas.
No estamos
ante una situación del fuero común sino ante un problema de estado. Los
problemas históricos en al conformación de nuestro estado no pueden ser
resueltos por el Ministerio Público, si hablamos seriamente.
El estado de Chile
es una realidad inquebrantable, pero, por el bien de todos debemos reconocer,
que somos un estado con dos naciones y con la obligación vivir en armonía y
justicia.
ROBERTO
AVILA TOLEDO
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