viernes, 25 de febrero de 2011

Texto íntegro de querella presentada por muerte del Presidente Allende ante el Ministro Mario Carroza 4 de Febrero de 2011





Texto íntegro de querella presentada por muerte del Presidente Allende ante el Ministro Mario Carroza 4 de Febrero de 2011


EN LO PRINCIPAL: Querella por los delitos de Lesa Humanidad que se indican. PRIMER OTROSI: Acompaña documentos. SEGUNDO OTROSI: Conocimiento del sumario. TERCER OTROSI: Fianza de Calumnia. CUARTO OTROSI: Patrocinio y poder



SR MINISTRO EN VISITA DON MARIO CARROZA



GONZALO TABORGA, abogado, ESTEBAN SILVA CUADRA, Sociólogo SERGIO SALAZAR, Asistente Social, domiciliado en Avenida El Parrón 0677, La Cisternas, Santiago ROBERTO AVILA TOLEDO, Abogado, Huérfanos 1373 oficina 1210, CARLOS MOYA URETA, psicòlogo, EDUARDO GUTIERREZ GONZALEZ, Cirujano Dentista, LUIS SIERRA BOSCH, Economista, GUSTAVO OGALDE, Ingeniero, FERNANDO OCHOA Profesor de Historia, DANTE NOTARI SANTOS,jubilado, FRANCISCO FUENTES GALAZ,contador pùblico, RUBEN ANDINO,periodista todos ciudadanos de esta República de Chile a VSI respetuosamente decimos:

Que venimos en interponer querella criminal por el crimen de homicidio calificado en la persona de don Salvador Allende Gossens, médico de profesión, cometido el 11 de Septiembre de 1973 en el Palacio de La Moneda, Santiago Centro y que por sus características se configurado como un crimen de Lesa Humanidad en subsidio interponemos querella por el mismo delito en calidad frustrado en contra de todos aquellos en que en definitiva resulten responsables.


LOS HECHOS:

El presidente Salvador Allende Gossens, fue hijo de un notario público, entre sus ascendientes se encuentran dos tenientes que prestaron señalados servicios a la independencia de nuestra patria al mando de don Manuel Rodríguez Erdoyza y de don José Miguel Carrera, según queda consignado por éste en su “Diario Militar” de la patria Vieja. También un abuelo suyo fue Senador de La República.

Estudió medicina en la universidad de Chile en los década del 30 del siglo XX destacando como un dirigente universitario, tuvo activa participación en la recuperación democrática iniciada luego del la caída de la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo. Fue También presidente del Colegio Médico.

Bordeando los 30 años de edad fue ministro de Salud del Presidente Pedro Aguirre Cerda, luego sería investido diputado y Senador por varios periodos. Presidente del Senado en la segunda mitad de los sesenta, en el ínterin sería también Secretario General del Partido Socialista de Chile. Muchas de las leyes que harían un Chile mejor salieron de su pluma, como la del pre y pos natal y la que creó el Servicio Nacional de Salud.

Conoció y fue interlocutor privilegiado con muchos de los líderes mundiales más importantes de los años 50, 60 y 70 entre ellos Rómulo Betancourt, Raúl Haya de la Torre, Ho Chi Min, Fidel Castro, Ernesto Guevara, J, Tito, F. Mitterand, L Breshnev entre otros. En tiempos en que la globalización no se había hecho presente.

El año 1964 fue candidato a la presidencia. Su campaña sufrió la más grande agresión extranjera de que se tenga memoria en nuestra historia, la llamada “campaña del terror”. No menos de 200 funcionarios norteamericanos, nacionales o contratados, actuaron directamente en Chile. Su adversario triunfante recibió millones de dólares de las agencias norteamericanas. Todo consta en documentos oficiales de los EEUU.

En su cuarta postulación presidencial del año 1970 sus adversarios no recibieron ayuda económica directa pero su campaña fue objeto nuevamente de la agresiva intervención norteamericana a través de la llamada operación “ruina”. Su persona fue objeto de una campña de desprestigio masiva y de costos millonarios.

El 4 de Septiembre de 1970 ganó las elecciones y asumió como Presidente de la República. En los dos meses que separaban legalmente un acto del otro, la derecha política chilena, desató un complot, que en una de sus aristas incluía su asesinato (Mayor Marshal) y que terminó con la sangrienta muerte del comandante en jefe del Ejército de Chile don René Schneider C. A estos conspiradores y secuestradores, agencias estatales norteamericanas, según consta en su sus propios documentos oficiales, (informe senatoriales Hinchey y Church) les prestaron cuantiosa ayuda en dinero y armas. Luego serían indultados por la dictadura militar.

En sus tres años de gobierno el presidente Allende llevó a delante las dos grandes modernizaciones que explican en lo esencial nuestra actual prosperidad como país: la reforma agraria y la nacionalización del cobre. Explican también los furcios de la oligarquía terrateniente y el gobierno norteamericano de la época.
Hemos hecho este sucinto relato de la trayectoria de Salvador Allende para graficar ante VSI que la persona que muere el 11 de Septiembre no es alguien aquejado por una súbita depresión psicológica, sino un hombre que sintetiza el sentir histórico de millones de chilenos y que por su conducta revolucionaria se había ganado odiosidades tremendas.

Allende no se levanta el día 11 de Septiembre con una oscura y escéptica visión de la vida que lo inste a ponerle término con mano propia. Allende muere ese día víctima de una conspiración militar/oligárquica/norteamericana que lo arrastra a la muerte y que destruye nuestra democracia y que hará victimas de graves y sistemáticas violaciones a los DDHH de otros millones de chilenos. El doctor Salvador Allende no quería morir del 11 de Septiembre, el quería vivir y llevar adelante enormes transformaciones en nuestra patria.

Lamentablemente el crimen fue en América Latina un instrumento de acción política recurrente de las oligarquías criollas y de su inefable sostenedor el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica.

Hay un contexto histórico y político del cual han quedado registro en miles de procesos judiciales, en Chile y otros países en donde el crimen es el lugar común. Hay operaciones estatales internacionales como “Cóndor” destinados a asesinar opositores. La dictadura militar chilena asesinó personas incluso en la propia capital norteamericana como a don Orlando Letelier o al general Prats y su mujer en Buenos Aires. Los asesinatos políticos en chile suman miles, en días recientes la Fiscal Judicial doña Beatriz Pedrals ha presentado ante VSI 725 nuevas querellas, por hechos aún no investigados, a pesar de todo lo que habían hecho en este ámbito muchas instituciones por casi 40 años. Esto da cuenta de la magnitud de la voluntad homicida de quienes gobernaron Chile entre 1973 y 1990.

No es coherente con lo acontecido, no seria lógico pensar que con este actuar se pudiera tener respecto de quien representa las ideas reprimidas, de la manera más alta y nítida, consideraciones especiales. Matar a los seguidores y no querer matar al líder; una contradicción con la lógica más elemental.

La dictadura asesinaba a sus opositores de ello se puede colegir que obviamente también se quiso y se consiguió asesinar al líder histórico de estos, de manera directa o indirecta, ya se acreditará procesalmente.

Por estos días la prensa mundial, aún en los lugares más distantes de Chile, ha dado a conocer que por fin el Estado de Chile investigara la muerte de quien fuera su Presidente. Son casi cuarenta años, la justicia ha tardado, pero debe llegar.

SR Ministro, el 11 de septiembre de 1973 se hizo público a primeras horas del amanecer la formación de una Asociación Ilícita autodenominada Junta Militar de Gobierno integrada por el general Augusto Pinochet Ugarte, a la sazón Comandante en Jefe del Ejército, José Toribio Medina, oficial de marina que simultáneamente usurpó el mando de dicha rama de las FFAA, Gustavo Leigh Guzmán Comandante en jefe de la Fuerza Aérea de Chile (FACH) y del general de Carabineros Cesar Mendoza Durán que hizo lo mismo que Merino en su institución para hacerse de su mando.

Esta ilegal junta militar, que no tenía existencia legal alguna, fue asesorada inmediata y visiblemente por don Federico D. Willoughby-MacDonald, de conocida y estrecha relación con la embajada norteamericana en Santiago, existen fotos de ese día donde aparece esta persona.

Las motivaciones de la Junta Militar eran claramente dar muerte al Presidente Salvador Allende e instalarse ellos mismos como gobernantes. Al final de la jornada el presidente estaba muerto y ellos gobernando.

Sus propósitos se fueron haciendo públicos mediante los llamados Bandos Militares en número 5 es muy ilustrativo en cuanto a sus propósitos, en el se lee

Bando nº 5 Santiago, 11 de septiembre de 1973

Teniendo presente:


1. Que el Gobierno de Allende ha incurrido en grave ilegitimidad demostrada al quebrantar los derechos fundamentales de libertad de expresión, libertad de enseñanza, derecho de huelga, derecho de petición, derecho de propiedad, y derecho en general, a una digna y segura subsistencia;
2. Que el mismo Gobierno que ha quebrado la unidad nacional fomentando artificialmente una lucha de clases estéril y en muchos casos cruenta, perdiendo el valioso aporte que todo chileno podría hacer en búsqueda del bien de la Patria y llevando a una lucha fratricida y ciega, tras las ideas extrañas a nuestra idiosincracia, falsas y probadamente fracasadas;
3. Que el mismo Gobierno se ha mostrado incapaz de mantener la convivencia entre los chilenos al no acatar y no hacer cumplir el Derecho, gravemente dañado en reiteradas ocasiones;
4. Que además el Gobierno se ha colocado al margen de la Constitución enmúltiples oportunidades usando arbitrios dudosos e interpretaciones torcidas e intencionadas, o en forma flagrante en otras, las que, por distintos motivos, han quedado sin sanción;
5. Que, asimismo, usando el subterfugio que ellos mismos han denominado resquicios legales, se han dejado leyes sin ejecución, se han atropellado otras y se han creado situaciones de hecho ilegítimas desde su origen;

6. Que, también, reiteradamente ha quebrado el mutuo respeto que se deben entre sí los Poderes del Estado, dejando sin efecto las decisiones del Congreso Nacional, del Poder Judicial y de la Contraloría General de la República, con excusas inadmisibles o sencillamente, sin explicaciones;

7. Que el Poder Ejecutivo se ha extralimitado en sus atribuciones en forma ostensible y deliberada, procurando acumular en sus manos la mayor cantidad de poder político y económico, en desmedro de actividades nacionales y poniendo en grave peligro todos los derechos y libertades de los habitantes del país;

8. Que el Presidente de la República ha mostrado a la faz del país que su autoridad personal está condicionada a las decisiones de comités y directivas de partidos políticos y grupos que le acompañan, perdiendo la imagen de máxima autoridad que la Constitución le asignó y por tanto el carácter presidencial del Gobierno;
9. Que la economía agrícola, comercial e industrial del país se encuentran estancadas o en retroceso y la inflación en acelerado aumento, sin que se vean indicios, siquiera, de preocupación por esos problemas, los que están entregados a su sola suerte por el gobierno, que aparece como un mero espectador de ellos;

10. Que existe en el país anarquía, asfixia de libertades, desquiciamiento moral y económico y, en el Gobierno, una absoluta irresponsabilidad o incapacidad que han desmejorado la situación de Chile impidiendo llevarla al puesto que por vocación le corresponde, dentro de las primeras naciones del continente;

11. Que todos los antecedentes consignados en los números anteriores son suficientes para concluir que están en peligro la seguridad interna y externa del país, que se arriesga la subsistencia de nuestro Estado independiente y que la mantención del Gobierno es inconveniente para los altos de intereses de la República y de su Pueblo Soberano;

12. Que estos mismos antecedentes son, a la luz de la doctrina clásica que caracteriza nuestro pensamiento histórico, suficientes para justificar nuestra intervención para deponer al gobierno ilegítimo, inmoral y no representativo del gran sentir nacional, evitando así los mayores males que el actual vacío del poder pueda producir, pues para lograr esto no hay otros medios de razonamiento exitosos, siendo nuestro propósito restablecer la normalidad económica y social del país, la paz, tranquilidad y seguridad perdidas.

13. Por todas las razones someramente expuestas, las Fuerzas Armadas han asumido el deber moral que la Patria les impone de destituir al Gobierno que aunque inicialmente legítimo ha caído en la ilegitimidad flagrante, asumiendo el Poder por el solo lapso en que las circunstancias lo exijan, apoyado en la evidencia del sentir de la gran mayoría nacional, lo cual de por sí, ante Dios y ante la Historia, hace justo su actuar y por ende, las resoluciones, normas e instrucciones que se dicten para la consecución de la tarea de bien común y de alto interés patriótico que se dispone cumplir.
14. En consecuencia, la legitimidad de estas normas se colige su obligatoriedad para la ciudadanía, las que deberán ser acatadas y cumplidas por todo el país y especialmente por las autoridades.

FDO. JUNTA DE GOBIERNO DE LAS FUERZAS ARMADAS Y CARABINEROS DE CHILE

Santiago, 11 de septiembre de 1973

De su parte en el bando número 24 se lee:
Bando N° 24

Ante la pertinaz actitud de algunos elementos subversivos que pretenden resistir la decisión patriótica adoptada por las FFAA y de Orden que todo el país conoce, la junta de Gobierno declara lo siguiente:

1. Se otorga un plazo hasta las 15.00 horas de hoy, miércoles 12 de Setiembre, para que todas aquellas personas o grupos de personas que están oponiendo resistencia armada al nuevo Gobierno de los chilenos, depongan su actitud y entreguen sus armas a los representantes de las FF.A.A. y de Carabineros.

2. Todas aquellas personas que insistan en la actitud suicida e irresponsable antes señalada, serán objeto de un ataque definitivo por parte de los efectivos de las FFAA. y de Carabineros. Los que fueran tomados prisioneros serán fusilados en el acto.

3. La junta de Gobierno reitera una vez más que los ataques a las FFAA. y Carabineros que se están efectuando por irresponsables que comprometen la vida de personas inocentes que les rodean en poblaciones, fábricas y otros centros poblados- sólo conducirán a elevar odiosamente el precio de la liberación nacional.

(FDO.) JUNTA DE GOBIERNO DE Las Fuerzas Armados Y Carabineros DE CHILE.
Distribución Según Plan "B" Santiago, 12 de septiembre de 1973.

Es claro el proceder de los usurpadores, quien se resiste será fusilado, tradúzcase más claramente: asesinado. Si este era el trato para los seguidores de Allende porque tendría que ser distinto el que para el ?. El Presidente Allende resistió por su dignidad y la de Chile.

Aún en una guerra fusilar prisioneros es crimen. Ellos lo hicieron con los ciudadanos de su estado, con los que mes a mes les prodigaban el sustento.

Los militares se alzaron ilegalmente contra el gobierno constituido al vulnerar claramente lo dispuesto en la entonces vigente Constitución Política del Estado que en su artículo 4 disponía. “Ninguna persona ni reunión de persona podrá atribuirse ni aún a pretexto de circunstancias extraordinarias otras facultades que aquellas que la ley señale. Todo acto en contravención es nulo”.

Esta vulneración constitucional deja desprovisto a todos los autores de la muerte del presidente Salvador Allende de cualquier causal de justificación legal por sus delitos, Se trate de autores inmediatos, o mediatos, directos o indirectos.

Los medios por los cuales alcanzarían sus propósitos incluían claramente la muerte del presidente Salvador Allende Gossens, aún cuando este se cediera a sus propósitos, esto queda claramente demostrado por tres hechos, graves, coincidentes y concordantes: a saber:

1.- La Fuerza Aérea de Chile bombardeo el Palacio de la Moneda alrededor de las 12.00 de ese 11 de Septiembre disparando en contra de un blanco desprovisto de toda defensa anti área 20 rockets de gran poder destructivo. Ese poder de fuego desplegado, por su cantidad e intensidad, no tenía propósitos intimidatorios o conminatorios sino homicidas. Se trataba de dar muerte a quienes resistían en su interior y naturalmente a quien los encabezaba. Este solo hecho se constituye en un homicidio frustrado si no consiguieron matar a Salvador Allende.

2.- Esta voluntad homicida queda ratificada por el destino que se da a todas las personas que fueron secuestradas ese día en el palacio de La Moneda que fueron, como se sabe asesinados. Con la sola excepción de tres jóvenes, que por un error, en el dispositivo represivo no fueron fusilados y de un médico que de manera entusiasta, sistemática y provechosa confirma la tesis del suicidio.

3.- Uno de los cabecillas de este golpe de estado fue el general Augusto Pinochet Ugarte de cuyas expresiones han quedado registros magnetofónicos en los que señala: “Ofrézcanle un avión y luego el avión se cae viejo… matando la perra se acaba la leva”. Es una expresión que demuestra y comprueba una voluntad claramente homicida.

La dictadura militar difundió que el presidente Salvador Allende se había suicidado, la versión les acomodaba para el saber y entender del común de las personas. Se buscaba eludir responsabilidades.

La dictadura fue sistemáticamente mendaz. Así ha quedado establecido en tantos procesos judiciales. Hay un titular de un diario ”Como ratas se exterminan entre ellos” en referencia los chilenos que aparecían muertos en Argentina, en realidad era un genocidio llevado adelante por militares de ambos países


El Presidente Allende luego de muerto fue enterrado, con prohibición de asistencia de personas que no fueran su viuda y tres o cuatros familiares más. Su funeral sólo tuvo lugar 18 años después, retornada la democracia, El odio que el conservadurismo, los militares y el gobierno norteamericano le prodigaban era abundante y le siguió aún después de muerto.


Nunca se abrió un proceso por su muerte, incluso los suicidios comunes y corrientes los provocan.


El Dr Allende y sus mas inmediatos colaboradores resistieron las intimaciones a rendirse, los asaltos de la infantería militar son desbaratados, la escuela de comandos y fuerzas especiales huye en desbandada por calle san Diego luego que tres o cuatro fusiles constitucionalistas les hacen frente desde el Banco del Estado.

El bombardeo aéreo que se produce sobre la Moneda al mediodía tiene caracteres claramente homicidas, las bombas lacrimógenas y disparos de fusiles que se le endilgan al edificio presa de voraz incendio no hacen sino reflejar una voluntad: matar al presidente de la república.

Buscaban matar al presidente Salvador Allende Gossens, después que el ejército y la aviación desplegaron todo su poder de fuego sobre el palacio de gobierno el presidente resulta muerto. Se puede absolver de responsabilidades a los autores mediatos e inmediatos de estos hechos, bajo la burda justificación “se suicidó”?. Se debe dar una rotunda respuesta negativa a esta interrogante.



EL DERECHO Y COMO SE APLICA A ESTE CASO

Jurídicamente la muerte del mandatario es claramente un homicidio calificado (asesinato) con características de crimen de Lesa Humanidad independiente de si los disparos que le ocasionaron la muerte fueron hechos por terceros o por mano propia. Pero aún cuando no se acreditara la muerte por acción directa de terceros, quedan absolutamente vigentes las responsabilidades penales por haber bombardeado y atacado con tropas de infantería el Palacio de La Moneda con el fin de dar muerte al Dr Allende conductas que claramente configuran el delito de homicidio en grado de frustrado.

Desde el punto de vista legal la situación es muy clara. Que los hechos no se hayan investigado responde más bien a las características de la transición política chilena que a impedimentos jurídicos.

Lo que se entiende jurídicamente por “matar a otro” es mucho más amplio en el mundo del derecho que en el saber y entender del común de las personas.
El artículo 1 del Código Penal define al delito como “toda acción u omisión voluntaria penada por la ley”.
Como se aprecia se esta refiriendo a “toda acción u omisión” independiente que esta cumpla sus cometidos de manera directa o indirecta o de manera mediata o inmediata.
En su inciso segundo este mismo artículo dispone ”las acciones u omisiones penadas por la ley se reputan siempre voluntarias, a no ser que conste lo contrario”.

El artículo 391 del Código Penal define el homicidio como “El que mate a otro” para luego establecer como una de las calificantes (agravantes) la “premeditación conocida”.

La comisión del delito de homicidio no tiene como única posibilidad ejecutar u omitir los actos que causen la muerte inmediata y directa de la víctima, bien puede alcanzarse este objetivo criminal mediante actos mediatos e incluso indirectos pero producidos dolosamente con la voluntad de matar.
Demos un ejemplo, hipotético por cierto.

Un médico con la voluntad de matar a un paciente le informa a éste que es víctima de una enfermedad terminal, que acabara con su vida en un plazo no mayor a un par de meses, en medio de terribles padecimientos y que a mayores males tendrá costos millonarios que arruinaran a su familia y como consecuencias de tan desolador futuro, el paciente que cree en su médico se suicida.

El médico es claramente autor del delito de homicidio calificado. No lo mató con sus propias manos o con instrumentos operados por el directamente, pero alteró dolosamente la realidad del paciente provocándole una decisión mortal. El paciente se quitó la vida por mano propia, pero indudablemente no lo habría hecho de no mediar la acción dolosa del victimario. Fue asesinado aún cuando el acto directo que provoca la muerte lo haga aparecer como suicidio.

La muerte del presidente Salvador Allende es idéntica jurídicamente hablando. Los complotados contra su gobierno tienen claramente la voluntad de matarlo físicamente y si eventualmente hubieran fracasado en hacerlo por mano propia , el que lo hubieran conseguido empujándolo a la muerte no le quita el carácter de homicida a su conducta.

Los complotados querían matar al Presidente de la República.

Esta voluntad criminal queda incluso registrada en grabaciones magnetofónicas, ya lo hemos relatado. Luego se bombardea la Moneda desde aviones a reacción, que con su potente armamento tiene un solo fin “matar “a los que se encuentren en su interior y entre ellos el blanco principal; el presidente de la república. Claramente la situación del artículo 391.


Hay bastantes mentiras en la versión oficial de la muerte del Presidente como que se habría matado con un fusil AKA 47 regalado por el Comandante Fidel Castro hay sobreabundancia de pruebas que ese fusil nunca estuvo en La Moneda. Las mentiras son el escudo de los culpables, los inocentes no necesitan mentir.

Pero aún en el caso de la muerte por mano propia. Es clarísimo que Allende se ve empujado, arrastrado a tan drástica determinación. En efecto, tan consciente como estaba de la dignidad del cargo de la República de Chile una rendición era cosa imposible para un Presidente de Chile patrióticamente instalado en esa responsabilidad.

Salvar la vida propia a cambio de mancillar la investidura presidencial no es algo que le este permitido al primer mandatario de la República de Chile. Allende lo sabía, lo anunció y actuó en consecuencia. Se le pone en una situación en que tiene sólo el camino de la muerte. Poner dolosamente a una persona en ese camino es un homicidio.

Si el oficial a cargo de una plaza sitiada ante la imposibilidad de seguir defendiéndola y en la imposibilidad ética absoluta de rendirla se suicida con su estado mayor. Es una suicidio-deserción o una caída en combate?. Claramente lo segundo. Los llevaron a la muerte; los mataron.

La muerte de Allende no se buscó como una cuestión personal. Allende fue llevado a la muerte en el marco de hechos que configuran crímenes de Lesa Humanidad.
El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional ha definido estos crímenes en su artículo 7 de la siguiente manera:

“ A los efectos del presente Estatuto, se entenderá por "crimen de lesa humanidad" cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque :a) Asesinato; b) Exterminio; c) Esclavitud; d) Deportación o traslado forzoso de población; e) Encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales de derecho internacional ;f) Tortura; g) Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada u otros abusos sexuales de gravedad comparable; h) Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género definido en el párrafo 3, u otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho internacional, en conexión con cualquier acto mencionado en el presente párrafo o con cualquier crimen de la competencia de la Corte; i) Desaparición forzada de personas; j) El crimen de apartheid; k) Otros actos inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física”.



Fluye claramente que la acción levada adelante en contra de Salvador Allende y sus partidarios son crímenes de Lesa Humanidad.

Es cosa sabida que estos crímenes son imprescriptibles e inamistiables.

El crimen del presidente Allende esta claramente calificado (agravado) por la disposición Quinta del artículo 391, esto es “premeditación conocida”. En efecto, el golpe de estado del 11 de Septiembre, que obviamente incluyó el asesinato de4l presidente, responde a un plan operativo previo y a la construcción de una voluntad política que implican claramente premeditación.

POR TANTO: De conformidad a lo dispuesto en los artículos 1, 2, 3 y 7 inciso segundo, 391 del Código Penal, 93 y siguientes del Código de Procedimiento Penal y artículo 7 del estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional suscrito y ratificado por Chile y rogamos a VSI se sirva tener por interpuesta querella por el delito de homicidio calificado en la persona del Dr Salvador Allende Gossens en contra de todos quienes resulten en definitiva responsables.



PRIMER OTROSI: Venimos en acompañar los siguientes documentos:

1.- Certificado de defunción de don Salvador Allende Gossens.

2.- Informe Hinchey del Senado de Los Estados Unidos de Norteamérica.

POR TANTO: Rogamos a VSI se sirva tenerlos por acompañados.



SEGUNDO OTROSI: Venimos en solicitar se nos otorgue conocimiento de todo lo obrado en el sumario a fin de instar a su pronta terminación.

POR TANTO: Rogamos a VSI se sirva acceder a lo solicitado.



TERCER OTROSI: Visto lo dispuesto en los artículos 98,99 y 100 del Código de Procedimiento Penal y teniendo en consideración que hemos presentado esta querella en contra de quienes resulten responsables, sin señalar aún personas determinadas, venimos en solicitar se nos declare exentos de rendir fianza de calumnia.

En subsidio ofrecemos una fianza de calumnia de 100 mil pesos.

POR TANTO: Rogamos a VSI acceder a lo principal y en su caso a lo subsidiario.



CUARTO OTROSI: venimos en designar abogado patrocinante y conferir poder a don ROBERTO AVILA TOLEDO patente al día de la Ilustre Municipalidad de Santiago domiciliado en calle Huérfanos 1373 oficina 1210 correo electrónico roberticochile@yahoo.es

EL GOBIERNO DEL PRESIDENTE SALVADOR ALLENDE


EL GOBIERNO DEL PRESIDENTE SALVADOR ALLENDE

El 11 de septiembre de 1973 las Fuerzas Armadas de Chile, dirigidas por Augusto Pinochet, José Toribio Merino, Gustavo Leigh y César Mendoza, bombardearon el palacio de La Moneda y llevaron a la muerte al presidente constitucional Dr Salvador Allende. Se dio inicio a una dictadura que duró 17 años. En este proceso la derecha participó activamente, ora ejerciendo cargos en el gobierno, ora recibiendo los frutos de la instalación del modelo neoliberal concentrador de la riqueza. La identidad entre la derecha y los militares fue total.

El 4 de septiembre de 1970 la clase trabajadora chilena y su expresión política, la Unidad Popular, alcanzaron una histórica victoria. El triunfo del Presidente Allende en las elecciones fue celebrado por miles de personas en las calles de todo el país sin la más mínima muestra de violencia.

El gobierno de la Unidad Popular fue la puesta en práctica del gran proyecto emancipador de la modernidad. La construcción de una sociedad establecida sobre fundamentos racionales que venía anunciando la tradición del iluminismo desde Rosseau/Diderot/ Holbach con su coronación en el pensamiento de Marx. Fue el gran asalto al cielo de la clase trabajadora chilena, el desenvolvimiento histórico de la soberanía popular llevado a su más radical expresión. El optimismo histórico de Condorcet y Hegel se encarnó en Chile en la voluntad revolucionaria de millones de trabajadores. El hombre no sujeto a otro imperativo que no fuera la razón construyendo una nueva sociedad y un nuevo hombre. La razón universal y la razón técnica como una sola flecha lanzada al horizonte.

Se dice que la modernidad ha vivido una contradicción desgarradora entre su ideal emancipatorio y sus afanes "normalizadores", "disciplinarios" según el argot foucoltiano. La "dialéctica de la ilustración" tan lúcidamente descrita por Adorno y Horkhaimer. Detrás de la objetividad de la razón (la tradición gnoselógica que va de Platón a Marx) se esconde, según Gianni Vattimo, una voluntad totalitaria; quien tiene la verdad objetiva no resistirá la tentación de querer imponerla. Sin embargo, el gobierno popular llevó adelante su programa sin recurrir a la imposición violenta de ninguna de sus ideas. No hay presos políticos, no torturas ni desapariciones forzadas de opositores, nadie es obligado al exilio, se respeta la libertad de expresión y las instituciones republicanas. La ausencia de coacción en el desarrollo del proyecto revolucionario es precisamente el elemento que transforma al gobierno de Allende en una experiencia revolucionaria única durante el siglo XX. Si lo radical es ir a las raíces, la voluntad consciente y no coaccionada de una sociedad por descontruirse y construirse a sí misma pacífica y racionalmente, transforma a la experiencia allendista en la más radical puesta en práctica durante la modernidad del siglo XX.


Allende lo expresó con toda claridad en los albores de la experiencia, el 21 de mayo de 1971 ante el Congreso pleno señaló:

"Tal es la esperanza de construir un mundo que supere la división entre ricos y pobres. Y en nuestro caso, edificar una sociedad en que se proscriba la guerra de unos contra otros en la competencia económica, en la que no tenga sentido la lucha por privilegios profesionales, ni la indiferencia hacia el destino ajeno que convierta a los poderosos en extorsión de los débiles. "Pocas veces los hombres necesitaron tanto como ahora de fe en sí mismos y en su capacidad de rehacer el mundo, de renovar la vida. Este es un tiempo inverosímil, que prevé los medios de realizar las utopías más generosas del pasado... Este es el ideal socialista".


La conciencia de estar emprendiendo un camino nuevo en la construcción de una nueva sociedad esta también en el mismo discurso, cuando expresa: .


"... estoy seguro de que tendremos la energía y la capacidad necesarias para llevar adelante nuestro esfuerzo, modelando la primera sociedad socialista edificada según el modelo democrático, pluralista, libertario. "Los escépticos y los catastrofistas dirán que no es posible. Dirán que un parlamento que tan bien sirvió a las clases dominantes es incapaz de transfigurarse para llegar a ser el parlamento del pueblo chileno. Aún más, enfáticamente han dicho que las Fuerzas Armadas y Carabineros, hasta ahora sostén del orden institucional que superaremos, no aceptarían garantizar la voluntad popular decidida a edificar el socialismo en nuestro país. Olvidan la conciencia patriótica de nuestras Fuerzas Armadas y de Carabineros, su tradición profesional y su sometimiento al poder civil".
La suerte estaba echada, se inició la marcha hacia el socialismo en democracia y libertad, el destino de la patria y de millones de chilenos quedaba garantizado por la tradición profesional de nuestras Fuerzas Armadas. Hay quienes al interior de la izquierda, entre ellos el Partido Socialista, previeron los riesgos del camino emprendido. Los clásicos del socialismo, Marx, Engels y Lenin habían descrito de manera reiterada la imposibilidad de la transición pacífica del capitalismo al socialismo, lo cual se había visto ratificado por toda la experiencia histórica disponible. La propia modernidad democrática occidental había llegado luego de que rodara la cabeza de Luis XVI. Saint-just lo había dicho con toda claridad "los que hacen revoluciones a medias cavan su propia tumba".


Allende trató de evitar los costos de un enfrentamiento social revolucionario. Percibía claramente que por una parte los costos humanos y materiales hipotecaban la vida de generaciones de chilenos y que por otra el estado revolucionario triunfante, dadas las propias condiciones de su aparición tendría una impronta autoritaria inevitable. Sostuvo en innumerables ocasiones que si los resultados electorales le eran adversos, pues se abandonaba el gobierno, el poder sólo se podía ejercer por mandato democrático expreso.


La interrogante estaba planteada, ¿estarían las clases dominantes y el imperio norteamericano dispuestos a aceptar pacíficamente que se construyera una nueva sociedad sin privilegiados, un Chile dueño de sus riquezas naturales e independiente en lo político, que pusiera por delante al ser humano en reemplazo del dios dinero? La respuesta quedó escrita con letras de sangre en nuestra historia. Tan pronto pudieron desataron la masacre.


El golpe militar del 73 no fue un cuartelazo más en América Latina, sino un golpe al corazón mismo del humanismo. Fue un garrotazo en pleno centro de las posibilidades del ser humano de definir democráticamente la sociedad en que se quiere vivir. Porque era una revolución de verdad no bastaba con matar al presidente. No fue sólo un golpe militar contra un gobierno, sino también, y principalmente, una operación de exterminio contra obreros y campesinos y sus representaciones políticas más significativas. Un examen simple de los datos condensados que entregó el Informe Rettig sobre el total de la dictadura así lo demuestra, a saber: MUERTOS: Según actividad laboral Obreros y campesinos 1.108, 34,7 % Estudiantes 391, 12,2 % Empleados privados y públicos 332, 10,4 % Profesionales 272, 8,5 % Técnicos 75, 2,3 % Agricultores 70, 2,2 % Empresarios 9, 0,3 % Comerciantes 154, 4,8 % FF.AA. y policías 173, 5,4 % Dueñas de casa 47, 1,5 % Jubilados o pensionados 26, 0,8 % Otras actividades 338, 10,6 % Cesantes y trabajadores ocasionales 45, 1,4 % Sin información 157, 4,9 % Víctimas declaradas por el Estado y su vinculación política según información de los denunciantes. Partido Socialista 482, 15,08 % Movimiento de Izquierda Revolucionaria 440, 13,76 % Partido Comunista 427, 13,36 % Movimiento de Acción Popular Unitaria MAPU y MAPU-OC 36, 1,13 % Frente Patriótico Manuel Rodríguez 22, 0,69 % Partido Radical 17 0,53 %


Estas cifras aumentaron sustantivamente en informes posteriores aunque manteniendo las proporciones estamentales señaladas. Es de hacer notar que ninguna cifra oficial contiene la verdadera dimensión cuantitativa de los crímenes de la dictadura, pues muchos de ellos nunca llegaron a tribunales, bien porque no había quien reclamara o por temor a sufrir represalias.


Pero los obreros y militantes de izquierda no tuvieron la exclusividad del martirio. El sacerdote católico catalán Joan Alsina fue asesinado a tiros por una patrulla militar y su cadáver lanzado al río Mapocho. El sacerdote Michael Woodward murió bajo torturas en Valparaíso. Antonio Llidó, otro sacerdote continúa detenido-desaparecido. Gerardo Poblete, sacerdote salesiano, murió por torturas y Andrè Jarlan murió de un disparo de Carabineros mientras leía la Biblia en su parroquia. Así mataban los autodenominados defensores de la civilización cristiano occidental a los propios representantes de la Iglesia Católica. La dialéctica entre razón y fe ha sido siempre problemática. La Iglesia Católica que habitualmente se muestra confrontada con los procesos revolucionarios vivió en Chile una situación absolutamente distinta. Si bien inicialmente miró con distancia y desconfianza la candidatura allendista y se inclinó abiertamente por Radomiro Tomic, luego de iniciado el proceso y ante el clima de absoluta libertad que se vivía adoptó una actitud cuando menos comprensiva ante los cambios en curso. Es muy conocida la imagen en la que el Presidente Allende hace uso de la palabra durante un acto de la Central Unica de Trabajadores el Primero de Mayo de 1971. En la presidencia, colmada de dirigentes sindicales y revolucionarios, se encuentra el cardenal Raúl Silva Henríquez.


Las masacres, como la vivida en Chile, quedan grabadas en el inconsciente colectivo por muchas generaciones. El miedo, como lo describió tan agudamente Maquiavelo, es un formidable instrumento de acción política. Cada vez que las clases dominantes restablecen el orden quebrantado desatan matanzas que no se explican simplemente por las necesidades inmediatas de la contienda, se trata de dar escarmiento. Este miedo se ha mantenido en algunos casos hasta después de llegada la democracia, dado el importante poder que en ella mantienen los militares y los empresarios y de las múltiples muestras de temor que frente a aquéllos han manifestado los gobiernos democráticos. No deja de ser significativo ver como el gobierno del Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle se jugó entero y exitosamente por evitar que el general Pinochet fuera enjuiciado en Madrid por el juez Baltazar Garzón. No se necesitaba ser muy suspicaz para percibir que en la construcción de dicha voluntad política el temor fue un componente importante. La seducción de ocupar un lugar en el establishmen de nuestra sociedad hace su aporte también a la nueva forma de mirar las cosas.


El gobierno del Presidente Allende fue una experiencia tan monumental que no ha podido ser aplastada por medio alguno. Luego del golpe militar y continuando una concatenación conocida, al crimen le siguió la mentira. Inicialmente se trató de denigrar al Presidente Allende. Se le presentó como un depravado sibarita entregado al alcohol y al libertinaje sexual más desenfrenado. Esta invectiva mendaz no podía mantenerse durante mucho tiempo. Chile conocía a Allende. Tenía más de 40 años de vida pública en los que había sido dirigente universitario, del Colegio Médico, diputado, ministro de Salud, Secretario General del Partido Socialista, Presidente del Senado. Muchas leyes de indudable contenido progresista habían sido impulsadas por él, desde el pre y posnatal hasta la nacionalización del cobre.


Se propaló que la Unidad Popular planeaba un sangriento autogolpe, un Yakarta comunista, el Plan Z. Este tendría como objetivo asesinar a miles de oficiales de las Fuerzas Armadas y opositores junto a sus familias para instalar una dictadura totalitaria. Esto se fue diluyendo en el tiempo hasta ser completamente olvidado por la propaganda dictatorial. Federico Whillougby, vocero de la dictadura en sus primeros tiempos y muy probablemente agente de la CIA, reconoce en nuestros días que el Plan Z fue un invento en el marco de la guerra sicológica.


Aún en los tiempos del individualismo nihilista más feroz en que vivimos, en el que nos han sumido los neoliberales y sus administradores, hay sectores significativos de la juventud que empiezan a mirar al pasado reciente, ellos se preguntan: ¿qué pasó?, ¿qué fue la Unidad Popular?, ¿quién fue Salvador Allende?, ¿por qué lo mataron?, ¿por qué mataron a miles?, ¿por qué las torturas?, ¿el exilio?, ¿los años de prisión?.


A pesar de tener el control absoluto de casi todos los medios de comunicación la derecha no ha podido detener esta avalancha de interrogantes. La impostura histórica debe entonces refinarse. Hay que reconocer algo y tergiversar el resto. Ya no es posible volver a las mentiras burdas de la primera hora. Se dice ahora que Salvador Allende era un idealista. No tenía malas intenciones, reconocen con hipocresía, para luego agregar que su gobierno y sus ideas eran tan ineficientes y estrafalarias que terminaron por llevar al país al caos total, el camino al infierno empedrado de buenas intenciones. Una lección para las nuevas generaciones, el camino de la utopía, siempre termina en forma trágica. La revolución chilena, debe quedar aplastada, olvidada, vilipendiada como una noche de locura.

Pero la historia es otra. El proceso político chileno encabezado por la Unidad Popular se puede llamar con toda propiedad: la revolución chilena. En un sentido estricto lo que caracteriza a una revolución no son sus métodos, que más bien emanan de la dinámica propia del proceso, sino la voluntad de las clases sociales emergentes por hacer cambios radicales en las estructuras sociales y políticas de una sociedad. Este gigantesco proceso social y político se correspondía con lo que en un sentido hegeliano podríamos llamar el sentido de la historia; un momento ascendente en el desarrollo de la libertad.

Y si esta historia es hoy objeto de tantos estudios y disputas es precisamente porque la desigualdad, la concentración de la riqueza, la pobreza, la enajenación, el saqueo de nuestras riquezas naturales, nuestras estructuras económicas y políticas dependientes, siguen existiendo y quizás hoy con más crudeza que ayer. Porque el presente está preñado de contradicciones sociales, el sistema debe alterar el pasado. El fantasma de que Chile fue en algún momento un país distinto, aunque sólo fuera por 1.000 días ronda en el Olimpo del poder. Eduardo Galeano nos da una imagen literaria muy certera sobre la importancia que para el transitoriamente vencedor tiene ahogar los recuerdos del vencido. En su texto "El libro de los abrazos" se lee: "Los indios shuar, los llamados jíbaros, cortan la cabeza del vencido. La cortan y la reducen, hasta que cabe en un puño, para que el vencido no resucite. Pero el vencido no está del todo vencido hasta que le cierran la boca. Por eso le cosen los labios con una fibra que jamás se pudre".


El contenido esencial del proceso revolucionario encabezado por el Presidente Allende y la Unidad Popular está dado por el hecho de que es la clase trabajadora la que se hace del gobierno en la perspectiva de construir una nueva sociedad y un nuevo tipo de ser humano. La Unidad Popular llegó al gobierno para modernizar Chile, para abrir paso a una sociedad superior se requería de cambios estructurales en la economía que en lo fundamental se expresaban en la reforma agraria, la creación de un área social de la economía y la nacionalización del cobre. Esta última medida materializada el 14 de julio de 1971 confrontó directamente nuestra soberanía como país con los intereses coloniales del imperio norteamericano. Esta medida patriótica había venido siendo anunciada desde muchos años por la izquierda chilena y es ella la que explica la intervención norteamericana en Chile por sobre cualquier otra circunstancia. El enemigo principal de la revolución chilena fue el imperio norteamericano.


A partir del 4 de septiembre de 1970 empezó a despuntar en Chile una nueva sociedad. Esto se expresó no sólo en el sentido de las medidas políticas y económicas adoptadas en beneficio de los trabajadores, sino también que por primera vez en la historia obreros fueran ministros. Mineros y estudiantes llegaban al Parlamento, trabajadores asumían como interventores en grandes industrias, era el pueblo en el poder. La producción industrial aumentó en 1971 –antes que el sabotaje americano se desatara– en un 17 %. Miles de trabajadores y/o militantes de izquierda tuvieron a su disposición los gigantescos recursos del Estado y de todas las empresas expropiadas, pero no hubo corrupción alguna, ni una sola persona con responsabilidades de alguna significaciòn fue procesada o condenada por hechos de esta naturaleza. El campesino hasta ayer sumiso y explotado emergía a la historia con sus organizaciones sindicales. La clase en sí se transformaba en clase para sí.

La nueva situación creada por el gobierno popular produjo un profundo impacto en la super estructura ideológica de nuestra sociedad. Se hizo evidente que el dinero no era el dios del Chile que emergía. La dignidad del trabajo y la solidaridad entre los seres humanos eran la base ética de la nueva sociedad. Millones de trabajadores y estudiantes concurrieron con a las jornadas de trabajo voluntario. La creación artística adquirió múltiples manifestaciones que se divulgaron masivamente. Desde el teatro a los gigantescos murales todo el arte floreció con energía inaudita. La música popular volvió sobre nuestras raíces y potenció el movimiento de la nueva canción chilena en que aparecieron grupos como Quilapayún, Inti Illimani, Amerindios e Illapu y cantautores como Víctor Jara, Isabel y Angel Parra, y Patricio Manns entre muchos otros. La editorial estatal Quimantú publicó a bajos precios millones de ejemplares de lo mejor de la literatura universal y de lo más avanzado del pensamiento social de aquellos años. Por televisión se daban clases de Historia de Chile. Quienes vivieron aquel tiempo aún recuerdan los minilibros Quimantú.


Era la libertad que daba un gigantesco salto adelante. La libertad que iba desde la libertad de expresión y creación artística a la libertad sexual.

La política exterior chilena se desplegó con características inéditas. Toda genuflexión con el imperio del norte cesó. Se restablecieron relaciones diplomáticas con Cuba, China y otros países socialistas. Se realizó en Chile la reunión de la UNCTAD III. Muchos latinoamericanos víctimas de las dictaduras que EEUU venía imponiendo en sus países recibieron asilo en Chile. Millones de personas se incorporaron al ejercicio directo de la democracia a través de su participación en múltiples formas de organización: sindicatos, federaciones estudiantiles, organizaciones campesinas, partidos políticos, centros de madres, juntas de vecinos, centros de padres y apoderados, juntas de abastecimientos y precios, comandos comunales, cordones industriales, etc. Todo esto creó una fuerte voluntad política en millones de chilenos en el sentido de que el cambio social revolucionario era posible.

Aunque las clases oprimidas enfrentan siempre en condiciones de inferioridad la lucha por su liberación y Chile no podía ser la excepción, fue perfectamente posible que el pueblo pudiera obtener un curso triunfante para su revolución.

La Unidad Popular encabezó un gigantesco movimiento de masas que incluyó a millones de obreros y campesinos, estudiantes y pobladores, se dice ahora Allende habría estado solo, traicionado por todos, incluso por su propio partido. Una versión que no se compadece con la realidad històrica. La magnitud de la masacre, la larga prolongación de la dictadura se explican por las dimensiones de la sublevación contra el orden establecido. Las violaciones a los derechos humanos que inicia el golpe militar ya no pueden negarse. Hay que salvar a los esbirros de ayer. Proteger a los delincuentes, encubrir, justificar crímenes tan atroces, hacer digerible una amnistía/impunidad para una sociedad, que por muy nihilista e individualista que sea, aún repugna del crimen y la tortura. Como el Plan Z ya no se sostiene, se dice ahora que en la izquierda chilena y en el Partido Socialista se habría incubado una voluntad histórica de imponer en Chile una dictadura totalitaria. Pero casi nadie recuerda que la directiva nacional del partido nacional fuè detenida y sometida a proceso por el gobierno de Eduardo Frei por su abierta incitaciòn a una dictadura militar mucho antes que la Unidad Popular llegara al gobierno. (*)

Se nos propone como imagen un país enloquecido por el fanatismo político e ideológico en que ambos bandos intentan instalar su propia dictadura. La diferencia entre víctimas y victimarios se erosiona como por arte de magia. Es un país enloquecido, ¿quién puede condenar a quién? Si todos somos culpables, nadie es culpable. Es lo que en Argentina se llamó la "teoría de los dos demonios". No es todo. Se pretende presentar a los revolucionarios chilenos de los '60 y '70 como un coro de bravucones que huyó a los primeros tiros. ¿Cómo se explica entonces el extraordinario coraje de los pocos que tenían armas aquel día gris y amargo, partiendo por Salvador Allende? ¿Cómo se explican las páginas heroicas que muchos chilenos escribieron luchando por la democracia en Nicaragua, Argentina, Portugal, El Salvador y en contra del apartheid en África? ¿Cómo se explica el arrojo de esos muchachos que luego de salidos de los campos de concentración volvían desde el exilio clandestinos a Chile a enfrentar los mortales riesgos de la lucha clandestina? Se trata de simplificar burdamente la realidad para justificar el crimen, para desprestigiar la utopía, para desalentar las nuevas generaciones. Que todo siga igual. Preocúpate de tus problemas. Este mundo no puede cambiar. Si eres algo más ilustrado lee a Fukuyama, hemos llegado al fin de la historia.

Los muchos mitos que se han dejado caer sobre el gobierno popular han tenido cierta receptividad incluso en sectores de izquierda, a este respecto Adolfo Lara, miembro del Comité Central a partir del Congreso de La Serena (1971), señala:

"Nos hemos hecho una autocrítica exagerada, somos los únicos y por eso aparecemos como los únicos culpables, así se justifican las posturas de la DC y los golpistas, en el primer gabinete de Pinochet había cinco DC que habían sido parlamentarios y ministros de Frei, no eran militantes de segundo orden".

Para aclarar con rigor histórico y veracidad la realidad de los hechos, de las posiciones y la praxis del Partido Socialista de Chile durante los días de la Unidad Popular, para precisar el papel del imperio norteamericano, de las verdaderas causas del golpe militar, la posición de la Democracia Cristiana, la relación entre el gobierno popular y el PS, las gigantescas y progresistas medidas de la Unidad Popular como son la nacionalización del cobre y la reforma agraria, y el papel protagónico de la clase trabajadora en el gobierno popular, es que se han escrito estas páginas.

Son hechos grandiosos y multifacéticos, muestra mirada pone especial atención en la inserción del Partido Socialista en ellos. En este texto se formulan algunas tesis y se refutan otras. No pretendo abarcar historiográficamente el conjunto del proceso, eso es un esfuerzo mayor que por ahora no se emprende. Solo aspiramos a establecer algunos elementos de análisis que permitan una mejor comprensión del fenómeno en su conjunto. Hay muchos hechos que son conocidos por la generación que vivió esos días, pero se hace necesario volver a relatarlos pensando en que muchos chilenos de hoy no los vivieron. Se han recogido citas directas de los protagonistas, a veces éstas son extensas y pueden quitar estilo al relato, pero se ha optado por ello para acercar al lector a los hechos mismos. Hemos recurrido a muchos y principales protagonistas de estos dramáticos y grandiosos acontecimientos, también a innumerables documentos y testimonios, ninguna afirmación se formula sin tener un sólido fundamento. Se recogen innumerables testimonios de dirigentes, especialmente socialistas, que si bien no son conocidos para el gran público jugaron un papel importante o estuvieron en lugares y momentos decisivos del periodo.

Hoy no es rentable políticamente reivindicar el papel de los que combatieron junto a Allende el 11 de septiembre, los crímenes del Ejército pocos quieren recordarlos, hay mucha gente respetable que puede dormir tranquila mientras los culpables de todo sean el Partido Socialista y Carlos Altamirano. Pero en realidad no escribo para atacar a nadie, son los hechos, los porfiados hechos.

Este es un libro sobre la revolución chilena y los millones de trabajadores manuales e intelectuales honestos que entre 1970 y 1973 nos demostraron que otro mundo es posible. Este libro habla de una revolución derrotada; no fracasada, de una hermosa revolución que no necesita pedir perdón. Una revolución que fue derrotada por el imperio más poderoso que ha existido en la historia de la humanidad.

El informe del Senado nortamericano (1975), que se ha hecho conocido como Informe Church deja constancia de que: "El 15 de septiembre el Presidente Nixon informó al director de la CIA, Richard Helms, que un gobierno allendista no era aceptable para los Estados Unidos e instruyó a la CIA para que jugara un rol directo en organizar un golpe de estado en Chile para evitar que Allende accediera a la presidencia". No pudieron evitar el ascenso del doctor Allende a la presidencia, pero sí pudieron derrocarlo y llevarlo a la muerte y desatar la masacre de la clase trabajadora chilena. Para la construcción de esta fuerte voluntad golpista fue importante el ciudadano chileno Agustín Edwards, propietario del diario El Mercurio. Edwards había trabajado años antes para la Pepsi Cola, empresa fundada con capitales de la mafia y el exilio batistiano/cubano, allí había compartido con el propio Nixon, quien había fungido como abogado de la misma. El Departamento de Estado Norteamericano (Ministerio de Relaciones Exteriores) si bien apreciaba en el futuro gobierno de Allende una administración no subordinada al imperio, que daría origen a problemas varios, no percibía la aparición de un estado soviético. Por ende la intervención debía tener límites y no debía considerar formas manifiestamente ilegales o delictuales. Por su parte la CIA (organismo norteamericano de inteligencia creado para combatir el comunismo en el mundo), fiel a su tradición de ver soviet comunistas por todos lados, atizaba maniobras ilegales contra la Unidad Popular. El dueño de El Mercurio inclinó la balanza a favor de la CIA. Edwards le pidió al embajador americano en Santiago intervención directa para impedir el reconocimiento del triunfo de Allende. Como no obtuvo respuesta satisfactoria viajó a EE.UU. y convenció a Nixon de la necesidad de la intervención, llegando incluso a promover la intervención militar. No se necesitaba mucho esfuerzo para convencer a Nixon de la necesidad de agredir países pequeños, claro está. Para conseguir sus propósitos Edwards fue apadrinado en sus gestiones por Donald Kendall, entonces presidente de la Pepsi Cola. Se entrevistó con Nixon y Kissinger y hasta el propio director de la CIA, Richard Helms. A fin de cuentas Edwards consiguió la radicalización de la voluntad anti allendista de los norteamericanbs lo cual fue útil no sólo a sus propósitos políticos sino también a sus finanzas, pues su diario recibió dólares como por una tubería desde la CIA .

Un chileno promoviendo la intervención militar extranjera en Chile y la violación de su Constitución y sus leyes. ¿Cómo se podría llamar esta conducta? .Hay forma más clara de traicionar a la patria?. Algunos meses después del golpe militar, la reunión comentada se volvería a repetir en suelo americano, allí Agustín Edwards recibiría las congratulaciones del caso y las seguridades del apoyo americano a la dictadura

miércoles, 19 de agosto de 2009

EL GOBIERNO DEL PRESIDENTE ALLENDE (XVI)

EL GOBIERNO DEL PRESIDENTE ALLENDE (XVI)


El error de 19171.Vamos a analizar la táctica y la estrategia de la Unidad Popular durante el año 71. El capítulo lo hemos llamado "El error del '71" se trata de una visión crítica a la conducción.

Nuestro análisis tiene una serie de ventajas respecto al que la dirección de la Unidad Popular pudo realizar el mismo año '71 que transcurría. Primero, nosotros sabemos ya el resultado general del proceso, no podemos equivocarnos en este sentido. Segundo, nuestro análisis está formulado 30 años después sin las urgencias y presiones, de todo tipo, que recaían sobre la conducción del período.

Estas cosas deben decirse porque cuando se analiza la línea llevada por una dirección que en definitiva sufre una derrota como la del '73 existe cierta tendencia a la crítica devastadora y sin matices y a no considerar los hechos mismos en sus múltiples condicionantes y posibilidades.

La izquierda chilena y sus dirigentes llevaron un proceso político adelante que tuvo muchas virtudes, decisiones lúcidas y que reflejó capacidades de acción sobre la realidad que deben ser consideradas.

Que se haya llegado a poner tan severamente en cuestión el sistema de dominación capitalista no es obra de la casualidad. La brutalidad de la represión, el tiempo que duró y que quería más la dictadura, refleja la profundidad con que las ideas de izquierda se habían enraizado en la conciencia nacional.

Eso no sucede por azar ni de la noche a la mañana.

La izquierda chilena hizo cosas importantes y valiosas para llegar al triunfo popular del 4 de septiembre de 1970: organizó una poderosa y unitaria central obrera con un claro sentido de clase, articuló la unidad de la izquierda a partir del eje socialista comunista, desarrolló un Partido Socialista influyente y distante de la socialdemocracia europea, desarrolló el Partido Comunista más poderoso de Occidente después del italiano, influyó poderosamente en la cultura nacional, se transformó un actor central de la política chilena, constituyó un poderoso entramado de relaciones internacionales, llevó adelante un trabajo de masas efectivo en todo el territorio nacional.

Pero todas estas cosas se dan en un marco determinado, se desenvuelven en un marco de legalidad, donde todo termina tarde o temprano en negociaciones. La izquierda del '71 no tiene experiencia en ofensivas estratégicas, tampoco la del '86. Su gran ofensiva estratégica son las elecciones presidenciales.

Hay también una cultura legalista en el chileno en general que predispone a la negociación. El primer acento que ponen los huelguistas en Chile es que su huelga es legal.

Estas condiciones históricas y culturales van creando una forma cultural de actuar, tanto en la dirección como en las bases.

Hasta 1970 la izquierda chilena no se ha visto nunca en situación de lo que algunos llaman literariamente "el asalto al cielo". No es la situación argentina que sabe del gobierno peronista de los '50 y de lo que pasa en la derrota, Bolivia tiene la experiencia de revoluciones y contrarrevoluciones, El Salvador de la huelga general de Farabundo Martí, Cuba sabe ya desde el año '32 como la burguesía y el imperio le ha escamoteado el derrocamiento del dictador Gerardo Machado y como al final de toda su lucha se beneficiará Fulgencio Batista.

La izquierda total o parcialmente había estado en el gobierno con anterioridad al '70, pero siempre en una situación de subordinación política. Nunca había llegado al gobierno con sus propias ideas, con un programa revolucionario.

El programa de la Unidad Popular de 1970 tenía muchas y buenas cosas, se plantearon 40 medidas. Sin embargo había una que determinaba todo el resto y fijaba la naturaleza de las contradicciones en el período: la nacionalización del cobre.

Si la Unidad Popular quería llevar adelante un programa serio de modernizaciones progresistas, no podía prescindir de la nacionalización del cobre ni de la reforma agraria.

La segunda desataría, como ocurrió, una fuerte resistencia de la oligarquía terrateniente, pero a fin de cuentas esta es una fuerza nacional y que estaba objetivamente en retirada histórica del modo de producción capitalista. Tan es así que hasta los norteamericanos promueven cierto tipo de reforma agraria para América Latina.

La nacionalización del cobre nos confrontaba directamente con el imperio norteamericano por el enorme valor monetario de las riquezas nacionales en disputa y además porque esto podía servir de ejemplo a todo el tercer mundo respecto a defender sus riquezas naturales.

La nacionalización del cobre determinó la naturaleza del enfrentamiento. Es por ello que una estrategia correcta debió partir de la idea que el enemigo principal era el imperialmo norteamericano y luego la burguesía y la oligarquía nacionales. Era el enemigo principal porque los intereses eran del todo irreconciliables, por el enorme poder de todo tipo que éste detentaba y detenta y porque se jugaría en aplastar la revolución chilena, como sucedió.

El Informe Church señala claramente que al menos desde un decenio antes de la asunción de Allende ya el imperio actuaba en contra de la izquierda chilena y los trabajadores a través de distintas agencias y con métodos ora legales ora ilegales.

La lucha trascendía de los marcos nacionales, el enemigo más peligroso de la revolución y la democracia chlena estaba entre bambalinas. Sergio Onofre Jarpa, Eduardo Frei Montalva, Patricio Aylwin, Pablo Rodríguez no eran sino soldados de avanzada, cuya acción se orientaba desde el enemigo principal.

Ya hemos visto en el capitulo correspondiente cuales son las ideas que inspiran la política exterior norteamericana y cual ha sido su praxis en los cinco continentes.

La revolución chilena no podía transar, la revolución chilena solo podía triunfar o ser derrotada.

El imperio norteamericano genera cuando menos, como hemos visto, dos alternativas de Golpe para evitar que Allende asuma. Nada de lo que se hiciera le evitaría el embate imperialista. El gobierno popular estaba condenado por su programa. Su única alternativa era traicionar, pero ése no era un camino para Allende ni para la gloriosa generación revolucionanria que lo acompañó.

En1971, luego de fracasar los complots de la CIA para impedir el ascenso de Allende, del aislamiento de la derecha, del no involucramiento de la DC en los planes desestabilizadores de ésta, la economía había ampliado el consumo a amplios sectores de la población, demostrando que la tesis de la capacidad industrial ociosa era correcta, la cesantía había sido reducida a la mitad en menos de medio año. Había aumentado el crecimiento económico sustantivamente, la inflación había caído a la mitad. El optimismo era el estandarte del gobierno, izado por una ascendente popularidad en la ciudadanía.

Ninguno de los negros presagios promovidos por la campaña del terror se había cumplido, Chile vivía en pleno ejercicio de las libertades públicas tradicionales que además eran ampliadas.

En las municipales de abril la Unidad Popular obtuvo más del 50% de los votos, una mayoría absoluta que en la morfología de la política chilena es extremadamente difícil de alcanzar. La Unidad Popular era la fuerza política electoral más poderosa con mayoría absoluta y sus oponentes eran minoría y divididos. A mayores disposiciones favorables, significativos sectores de la DC demostraban su pública concordancia con las medidas gubernamentales.

El enemigo estaba "groggy" pero no derrotado. La iniciativa estuvo todo el año 1971 en el campo popular.

El espacio que no ocupa un aspecto de la contradicción lo ocupa el otro, los momentos de equilibrio pasivo son mínimos en una situación revolucionaria. Se puede perder la iniciativa, pero aquí fue peor se regaló.

La Unidad Popular había llegado al gobierno por los caminos legales. Nada hacía aconsejable apartarse de ellos por simple tributo ideológico. Pero si el camino era la legalidad burguesa, era necesario alcanzar legalmente la hegemonía del poder legislativo y defenestrar a la oligarquía del poder judicial. ¿Cómo?. Por vías legales por supuesto.

El programa de gobierno contemplaba la reivindicación de una Cámara única. Esto tenía por objeto perfeccionar el aparato del Estado simplificando la burocracia legislativa de las dos Cámaras.

Pero además respondía a un problema político de la mayor importancia. La Cámara de Diputados se renovaría completamente en marzo de 1973 y en ese momento sólo parcialmente el Senado, es decir el gobierno debía gobernar con una correlación de fuerzas adversas casi la mitad de su gobierno, que a mayor ilegitimidad correspondía a otra situación política.

Si se llevaba a un plebiscito la disolución del actual Congreso, se convocaba a un llamado a elecciones generales, libres y democráticas por supuesto, todo indicaba que se ganaría. Pero además el programa contemplaba que la asamblea legislativa elegiría la Corte Suprema. Era desalojar democráticamente a la derecha de la estructura jurídico política del Estado. No era su derrota estratégica, pero se ganaban valiosas posiciones.

La popularidad de la Unidad Popular al momento de la nacionalización del cobre, 14 de julio del 71, estaba por las nubes, mucho más allá del 50% de abril.

Esto habría permitido no sólo tener un parlamento favorable sino propinarle una derrota de proporciones a la derecha , en ese momento ínfima minoría y aislada.

El Partido Comunista no quiso llegar al plebiscito. No quería alborotar las cosas cuando todo iba tan bien. ¿Para qué convocar oposiciones cuando todo está tan bien?. Pero implicó olvidar quién era el enemigo, que en ese momento lo era fundamental y principalmente el imperio norteamericano.

En cuanta esta coyuntura Adolfo Lara recuerda:

"Nosotros éramos partidarios de una reforma constitucional, con un plebiscito, para una reforma mas profunda.

"Ellos (el PC) decían que había que afianzar lo avanzado y no agudizar la situación política. Nosotros decíamos que había que avanzar y legitimar más con un plebiscito. Hay que considerar el momento que se vivía, que era un momento de flujo revolucionario. No planteábamos una dictadura del proletariado ni nada de eso, sino la participación de la sociedad en su conjunto en el proceso".

La postura del PC era comprensible si consideramos su concepción de la revolución por etapas a la que ya hemos hecho referencia. Su concepción mecánica de la realidad le impidió ver que si no se usaba la iniciativa que se tenía en las manos ella se perdería y la ocuparía el imperio más poderoso de la historia.

El imperio había descartado el '70 usar fuerzas militares directas contra Chile como estaba haciendo en Vietnam y como haría luego en tantos lugares. Requería en su táctica hacia Chile echar a andar su maquinaria de desestabilización, unir la oposición, sabotear la economía, sembrar la discordia en la izquierda.

Era el momento de dar un golpe que casi era tan potente como el triunfo del 4 de septiembre de 1970. Habrán sido dos elecciones ganadas , además con cifras más contundentes que en abril.

El PS y el MAPU desde la UP quieren el llamado a plebiscito, ven con claridad la oportunidad que está regalada en el escenario nacional.

Dado el estado de repliegue de la derecha ni siquiera habría causado una gran conmoción política.

Con el Ejecutivo, el Legislativo y el Poder Judicial a favor del proceso, la derecha sólo tendría como recurso la desestabilización sediciosa y la lucha armada desde una posición de minoría.

El impacto de un par de victorias tan significativas habría producido efectos progresistas en la DC. De igual manera habría puesto vallas al trabajo del imperio y la burguesía nacional al interior del Ejército.

El 23 de julio de 1971 Allende visita Salta en Argentina, donde se reúne con el gobernante argentino Alejandro Agustín Lanusse, quien está encabezando un proceso para volver a la democracia. La reunión resulta muy beneficiosa para Chile pues por un parte desactiva la posibilidad que se ataque a la revolución por mano argentina, bajo pretexto de diferendos limítrofes, y por otra, se consigue que el gobierno argentino abra una línea de créditos para Chile.

En agosto bajo patrocinio democratacristiano se inicia la primera huelga del cobre en El Salvador. El afán desestabilizador no puede ocultarse.

En septiembre el Partido Nacional acusa constitucionalmente al ministro de Economía, Pedro Vuskovic. El método no funciona por falta de apoyo DC que se abstiene a cambio de que no se despidan trabajadores democratacristianos en Sumar. Conseguida la unidad política de la DC con la derecha las acusaciones constitucionales derribarán a ministros al por mayor, la UP responde mediante los "enroques ministeriales": ministro defenestrado se cambia de cartera y el que la ocupaba llena la vacante.

En octubre en una maniobra perfectamente orquestada se produce el primer desabastecimiento de pollos en Santiago. Se acapara y luego se publicita la escasez, en una sociedad con un reciente aumento del poder adquisitivo, la maniobra se potencia a sí misma a medida que corre la voz. La maniobra se inicia en los supermercados del barrio alto.

El 20 de octubre sin motivo alguno que lo justifique, la Juventud Demócratacristiana se toma la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile; es la clarinada para otra serie de tomas universitarias. La Juventud Nacional se pliega con entusiasmo a la iniciativa.

Se trata de crear la sensación de caos político y precariedad económica.

La prensa pro UP crítica con dureza la estrategia democratacristiana. La dirección derechista hace un escándalo de la crítica, encuentra allí otro pretexto para su giro a la derecha.

Los revolucionarios no logran articular la unidad de sus fuerzas. En noviembre de 1971 se celebra el pleno del Comité Central del PS, en el que se tratan diversos temas y al cual el Presidente Allende envía una carta de gran contenido estratégico e ideológico a la cual nos referiremos en el capítulo de la relación Allende/PS. En relación al Congreso el evento del PS resuelve:

"Por eso ha llegado el momento de adecuar jurídicamente la institucionalidad chilena a las transformaciones revolucionarias que están remodelando nuestra sociedad. Con ese objeto el Partido Socialista, ante el actual Parlamento que no representa ya las mayorías nacionales y, por el contrario, ha pasado a constituirse en una bastión de la resistencia reaccionaria, propicia reformas constitucionales que contemplan la facultad del Presidente de la República para disolver el Congreso Nacional y el reemplazo de éste por la Asamblea del Pueblo, el establecimiento de los mecanismos adecuados para expropiar los monopolios industriales y comerciales, como asimismo las empresas estratégicas, y la incorporación del derecho de los trabajadores para participar en la gestión de las empresas, en el texto constitucional.

Estas reformas constitucionales generarán un verdadero enfrentamiento político entre el Gobierno Popular y las fuerzas reaccionarias internas y externas. Por eso será necesario realizar un extraordinario esfuerzo para elevar la conciencia política de las masas, para hacerlas comprender que lo que está en juego tras dichas reformas es la posibilidad de romper el empate político y manejar las herramientas reales del poder, por lo cual se deberá promover la más amplia movilización de masas en torno a sus intereses de clase".

La táctica del PS es clara: reformas constitucionales. Dar inicio a una ofensiva política, dentro de la ley, eso es muy claro, para edecuar jurídicamente a la institucionalidad que está quedando atrasada al curso real de la voluntad popular. Habrá un enfrentamiento político inevitable, el PS lo percibe con claridad.

Pero esa no es la opinión única de los revolucionarios, ya hemos dicho que el PC, no quiere estas reformas constitucionales. Para mayores infortunios, el 1 de noviembre de 1971 en el discurso de despedida del campesino mapuche Moisés Huentelaf, asesinado por terratenientes en Cautín, sur de Chile, el Secretario General del MIR Miguel Enríquez sostiene:

"El pueblo entregó toda su confianza a la Unidad Popular y se dejó conducir por ella; entendía que al conquistar el gobierno estaba ganando un instrumento que le ayudaría en la lucha por sus intereses y en contra de sus enemigo. A pesar de las medidas positivas de este gobierno, de los avances que la Unidad Popular ha hecho, las debilidades, las concesiones y las tentaciones de algunos de us sectores de convertirse en árbitros de la lucha de clases no les dejan a los trabajadores otro camino que recobrar una cuota de la confianza entregada y apoyando las medidas positivas de este gobierno, combatiendo sus concesiones, pasar los trabajadores a definir un camino propio...

"Nosotros, los militantes del MIR a través del Movimiento Campesino Revolucionario, del Frente de Trabajadores Revolucionarios, de las organizaciones revolucionarias de los pobladores y del Frente de Estudiantes Revolucionarios, empujaremos estas movilizaciones de masas y buscaremos asumir su liderazgo...

"Unir a todos los sectores del pueblo en el combate contra el enemigo común de todos los sectores de trabajadores: la legalidad de los patrones.

"¡A disolver el Parlamento!

"Obreros, campesinos, pobladores y estudiantes entienden, y cada vez más irán comprendiendo que lo que frena su avance en todos los terrenos es la legalidad construida por los patrones. Primera tarea será la disolución del Parlamento. Terminar con la mayoría democratacristiana y nacional que desde allí dispara contra los trabajadores. Su reemplazo por una Asamblea del Pueblo en que estén representados los obreros, los campesinos, los pobladores, los estudiantes y los soldados....

"El Movimiento de Izquierda Revolucionaria sostiene que a pesar que no concordamos con cada paso de la Unidad Popular, que a pesar que tengamos diferencias con aspectos de su política, ello no significa que tengamos que ir a una ruptura definitiva con la Unidad Popular".

La última de las consignas dichas por Enríquez precisan con claridad su apreciación de la realidad política nacional.

"¡A conquistar el poder para los trabajadores, a instaurar un gobierno revolucionario de obreros y campesinos!"

¿Qué es entonces el gobierno del Presidente Allende?.

Las diferencias estratégicas se trasladan a la táctica. El MIR, lo dice claramente, busca que los trabajadores retiren una cuota de su confianza en el gobierno, y ellos asumirán su liderazgo.

Hay un mar de diferencia entre lo que propone el PS y lo que promueve el MIR en relación a la institucionalidad. Miguel Enríquez llama a disolver el Congreso. Esa es una medida propia de una revolución triunfante luego de los enfrentamientos propios de una insurrección. Esa medida la adoptan los vencedores del conflicto armado.

¿Qué podía hacer la UP que no había triunfado en insurrección alguna, que su fuerza estaba dada precisamente por el respeto a la ley y el voto ciudadano? Eso era lo que había entrabado la acción represiva del aparato armado del sistema. La propuesta de Enríquez flotaba en el aire.

El 4 de noviembre la Unidad Popular en una declaración firmada por todos sus partidos y redactada por Anselmo Sule le responde al MIR:

"El primer objetivo del ataque del MIR es la política agraria del gobierno. Se le imputa a la UP utilizar la ley democratacristiana para acelerar las expropiaciones. Con esta ley, cuyas insuficiencias los partidos que integran la Unidad Popular denunciaron hace mucho tiempo. El gobierno con el apoyo responsable de las masas campesinas, habrá expropiado todos los latifundios del país el próximo año. El MIR propone que en vez de dedicarse a hacer la Reforma Agraria, la UP se desgaste en una guerrilla parlamentaria sin detenerse a considerar que en el Parlamento hay una mayoría reaccionaria. ¡Esto es poner la carreta delante de los bueyes!

"Usar la ley para avanzar y mejorar la correlación de fuerzas a favor del gobierno y de la UP para asegurar la dictación de una nueva ley con el apoyo de la mayoría, eso es una política revolucionaria. Lo otro lo que el MIR propugna en el campo, una política indiscriminada de tomas, no sólo de latifundios, sino de medianas y ahora último de pequeñas propiedades como lo ocurrido en Cautín, significa enajenarse el apoyo de miles de pequeños campesinos agrícolas, explotados por el latifundio, llamados a ser beneficiados por el gobierno y aliados del proletariado agrícola en su lucha por la Reforma Agraria. Significa regalarle a la derecha cerca de la mitad de la población agrícola de Chile.

"¡A eso conduce la política del MIR!

"Por otra parte, cuando la derecha se esfuerza por hacer aparecer al gobierno actuando al margen de la ley, con el claro objetivo de reducir su base de apoyo social y político, el MIR entrega una graciosa contribución a esa campaña. Aplicando esquemas, los dirigentes del MIR tansforman la legalidad en fetiche con evidente menosprecio de la fuerza del movimiento de masas que será capaz de modificar con el apoyo mayoritario el carácter reaccionario de la estructura política... En este sentido la UP ha anunciado el envío de la reforma constitucional que crea la Cámara Única..."

La ofensiva jurídico-política sufre un doble entrabamiento, por una parte el Partido Comunista no quiere tomar la iniciativa política y por otra la ultra izquierda desvirtúa sus contenidos hasta transformarlos en una mera provocación verbal.

El proyecto de reforma constitucional se mandó el 10 de noviembre de 1971, y luego se le quito el carácter de urgencia por lo cual murió sin pena ni gloria, ya era tarde la derecha levantaba la cabeza, con su marcha de las cacerolas (1 de diciembre). Ya Aylwin/Frei controlan la DC después de la muerte de Pérez Zujovic y la llevan a un entendimiento estratégico con la derecha, el sabotaje económico de la CIA empieza a producir sus primeros efectos en la economía.

La línea del PS quedó aislada por ambos lados. Los que tenían fuerza para apoyar la reforma de manera real (PC) no querían y los que tenían escasa fuerza encontraban que la reforma era poco y que había que ir al máximo: la disolución del Congreso.

La línea del PS tenía la audacia de avanzar y la responsabilidad de hacerlo por el camino legal que era el único posible en ese momento táctico, pero se quedo sin apoyo de aliados de consideración. La distinta valoración del gobierno popular, los caminos tácticos disímiles surgen con toda nitidez de la lectura de estos documentos. Creo que es una reflexión necesaria pues se han simplificado demasiado las cosas y se tiende a hacer aparecer la política del PS como idéntica a la del MIR.

Aún cuando el PS era el partido más grande de la izquierda se quedó sólo. Nada se podía hacer en tales condiciones: nada se hizo.

En 1972 se producirá un equilibrio estratégico donde la UP estará claramente a la defensiva. El año parte con un fuerte acaparamiento de cigarrillos que la derecha vocea como el desabastecimiento que viene. No hay y nunca habrá una legislación que permita poner coto al sabotaje económico. La DC se opone sistemáticamente a cualquier norma jurídica que reprima el acaparamiento y el sabotaje, y en paralelo, con una hipocresía increíble, promueve movilizaciones en contra del desabastecimiento.

Ese año la derecha se jugará por el derrocamiento del gobierno mediante el paro patronal de octubre. La tormenta se capea mediante la llegada de los militares al gobierno y la resuelta movilización de la clase trabajadora que toma en sus manos el conjunto del proceso productivo.

Pero se llega a fin de año en una clara situación defensiva. La derecha apuesta ahora a defenestrar al gobierno ganándole las elecciones de marzo de 1973. Dice públicamente que obtenido los dos tercios, cosa que da por hecha, procederá a acusar y destituir constitucionalmente al Presidente.

La Unidad Popular ya no recuperará la iniciativa política perdida el año '71, su tarea principal y única en todo el período que viene está signada por la necesidad de defender el gobierno. No habiendo desatado la ofensiva, de ahí en adelante se deberá escuchar el implacable tic tac de la cuenta regresiva.



CARLOS ALTAMIRANO Y EL PS

Carlos Altamirano ha sido el dirigente de izquierda más odiado y calumniado por la derecha chilena durante decenios.

Varias veces han tratado de asesinarlo. Patria y Libertad lo tuvo entre sus planes criminales, como ha reconocido su jefe operativo Roberto Thieme, luego la DINA del general Manuel Contreras y Pinochet montó operaciones en Europa con similares fines.

Fue Secretario General del Partido Socialista desde 1971 hasta algunos años después del Golpe militar.

Es uno de los políticos más capaces y de mayor formación teórica que dio Chile durante el siglo XX. Nunca ha estado involucrado en hechos de corrupción.

Dueño de una oratoria formidable y de una capacidad analítica poco usual, el autor de estas líneas recuerda haber escuchado a sólo dos políticos cuya estatura intelectual le ha resultado deslumbrante: Fidel Castro y Carlos Altamirano.

Se tituló como abogado en la Universidad de Chile. Trabajó algún tiempo para la empresa Chilectra (electricidad), luego se incorporó al PS siendo subsecretario de Hacienda durante el gobierno democrático de Carlos Ibáñez, elegido senador en la segunda mitad de los '60, luego desaforado -por sus planteamientos revolucionarios- y vuelto a elegir el año 73.

Bajo su conducción el PS alcanzó el mayor desarrollo orgánico y político de su historia. En aquellos tiempos alrededor de uno de cada cuatro chilenos votaba por el Partido Socialista. Hernán Coloma, a la sazón miembro de la Comisión Política, recuerda:

"Altamirano llevó adelante una importante modernización del Partido Socialista. El creó comisiones técnicas en todas las áreas, antes de tomar decisiones había que estudiar, dedicábamos por lo menos un par de horas al día para estudiar los informes. Estábamos bastante bien informados. La reunión de Comisión Política empezaba todos los días a las 8.30 y a las 10.30 había un espacio para la prensa.

"Había un sistema de comunicaciones internas en el partido que funcionaba muy bien a través de todo el territorio. Había cinco revistas, la Radio Corporación con 14 estaciones a través de todo el país, una agencia de publicidad.

"Éramos una Comisión Política muy joven, Altamirano tenía 52 y era como un viejo, en una CP donde Ricardo Lagos Salinas llegó con 19 años, yo tenía 26 y el "Huaso" Lara un viejo de 28 años en el Comité Central.

"Cuando llegamos al gobierno en 1970 éramos un partido débil, luego el '73 éramos mucho más fuertes, las fuerzas populares se habían educado a marcha forzada. Ellos nos dieron el golpe a tiempo, después habríamos sido una fuerza mucho más potente. Teníamos seccionales con mucha educación, orden, con gran actividad social, nuestras decisiones se conforman cada vez más a partir de un consenso mayor. Nos faltó más audacia y menos prudencia.

"Teníamos todo el fichaje de la militancia en un sistema de computación que funcionaba muy bien. Eran 82 mil militantes. Afortunadamente el 11 destruimos toda la información".

En relación al mismo tema Adolfo Lara, a la sazón miembro del CC, agrega:

"La mayoría de la gente del CC era muy joven, había algunos pocos de mayor edad como Mac-Ginty, Belarmino Elgueta y Adonis. Había compañeros como Ricardo Lagos Salinas, de 21 años.

"El PS alcanza el nivel orgánico más alto de su historia, militancia, estructuras orgánicas en todas las comunas del país, participación en el proceso. La influencia en la sociedad era grande. Eramos el partido mayoritario de la Unidad Popular".

Carlos Altamirano tuvo que navegar en el período del mar más embravecido de la lucha de clases en Chile durante el siglo XX. La nave revolucionaria se fue construyendo día a día con una rapidez vertiginosa. Víctor Barberis recuerda:

"Sin duda que bajo la conducción de Carlos Altamirano el partido vivió un período de exponencial elevación en el plano de la conciencia y de su nivel político, sumado a su crecimiento cuantitativo y electoral. Pienso, sin chauvinismo, que reclutaba en el marco de la UP a la mayoría de los obreros industriales, del campesinado, de los profesionales de avanzada y de los intelectuales de vocación revolucionaria. Ello se traducía también en calidad. Recuerdo como se amplificó el nivel de las discusiones temáticas en la base y el asombro que me produjo la emergencia de numerosos líderes locales socialistas, fogosamente creativos en los cordones industriales (que de algún modo anticipaban las formas de poder popular sustitutivas de las estructuras politico-formales de la sociedad burguesa)".

Altamirano escribió uno de los más tempranos y lúcidos análisis sobre la derrota de la revolución chilena: “Dialéctica de una derrota”. Con todo, las tesis allí vertidas parecen haber sido después abandonadas por el autor.

Ha sido una de las personas más odiadas y calumniadas por la derecha y el fascismo. Durante las primeras semanas la dictadura militar ofreció 500 mil escudos a quien diera noticias sobre su paradero. El circunspecto y respetable diario "El Mercurio" voceaba la cacería. Un acto repugnante del cual la derecha no ha hecho jamás ni la más mínima autocrítica. El dueño de ese periódico Agustìn Edwards -instigador estelar del golpe militar como hemos visto- preside la Fundaciòn Paz Ciudadana que recibe millonarios fondos del actual gobierno para luchar contra la delincuencia; el diablo vendiendo cruces.

La cacería del senador Altamirano tenía caracteres claramente homicidas. Se le buscaba para matarlo, estas cosas las ha hecho la derecha en Chile, las futuras generaciones de chilenos deben saberlo.

El mismo 11 de septiembre la Junta Militar a las 14.35 horas emite una bando militar en el que dice textualmente:

"Las personas mas adelante nombradas deberán entregarse voluntariamente hasta las 16.30 horas de hoy 11 de septiembre de 1973 en el Ministerio de Defensa Nacional; la no presentación les significará que se ponen al margen de lo dispuesto por la Junta de Comandantes en Jefe, con las consecuencias posibles de prever".

Carlos Altamirano figuraba de manera destacada en el listado. Qué pasaba con los que caían en manos de los militares?. Eduardo Paredes Barrientos del CC del PS fue cruelmente asesinado. La autopsia consignó más de cincuenta heridas de bala, los huesos fracturados y además quemados posiblemente con el uso de lanzallamas.

Respecto a aquellos tenebrosos días, Altamirano en entrevista al Diario El Sur de Concepción del 17 de noviembre de 2002 recuerda:

"Fueron días horribles. Yo tenía conciencia que de ser detenido no sería asesinado de inmediato, sino descuartizado durante varios días. Eso lo tenía claro, fueron días muy dramáticos. Estuve más de un mes y medio escondido en distintas casas de compañeros del Partido, siempre en Santiago, yo no me asilé. Viví múltiples situaciones en que estuve a punto de ser sorprendido.

"En realidad tuve una suerte enorme, haber sobrevivido a la persecución de 250 mil militares que me buscaban bajo tierra y bajo el mar.

"Salí en un vehículo grande, me escondieron en la parte de atrás del maletero, colocaron unas tablas y unas maletas encima de mi. Así atravesamos el llamado Cristo de Los Andes hacia Argentina, por cierto abrieron la maleta, pero no investigaron mayormente. Esta fué la manera que, un mes y medio después del Golpe, utilicé para salir de Chile.

"La persona que más me ayudó fue un simple compañero que no era un militante activo del Partido. Se llamaba Víctor y su mujer Ximena. Vivían en una pobrísima casa en la calle Portugal. Ahí estuve un larguísimo tiempo. Refugiarme a mi era exponerse a morir. Como ellos hubo varios, muy humildes, en barrios pobres, que me prestaron ayuda. Nunca que llegué a una casa se me cerraron las puertas".

Durante años Altamirano ha sido sindicado como responsable del golpe militar. La acusación carece de todo fundamento, pero la insistencia y masividad en su difusión ha hecho que ella haya quedado flotando en el ambiente de la política chilena.

La dictadura militar pretendió justificarse en sus primeros tiempos a partir del inexistente Plan Z y del discurso pronunciado por Carlos Altamirano el 9 de Septiembre en el Estadio Chile en un acto del PS.

Está suficientemente acreditado que el golpe militar fue instigado, como hemos visto, por los norteamericanos desde varios años antes. Aún antes que Allende asumiera.

Resulta absurdo suponer que una contrarrevolución de la envergadura de la vivida en Chile se desatara simplemente por un discurso de Altamirano. Incluso un golpe militar, como hecho técnico político, es imposible de prepararse en dos días. Por lo demás, los propios complotados han reconocido varios meses de anticipación en el inicio de la conspiración.

En lo esencial el discurso de Altamirano del Estadio Chile, que según he podido investigar fue redactado por la Comisión Política del PS, no hace otra cosa que plantear que la revolución chilena sólo podría salvarse apoyándose en la fuerza de los trabajadores y no por un camino de repliegue y conciliación con una oposición que a esas alturas ya se juega abiertamente por el golpismo.

De paso hay una denuncia de las torturas a los suboficiales y marinos que han revelado la existencia de una conspiración de oficiales en la Armada. Aquí se vivió una situación del ladrón detrás del juez. La oficialidad de la Marina organizaba una insurrección sediciosa en contra del gobierno constitucional y cuando los marinos detectan la maniobra y la denuncian a los dirigentes gubernamentales, entonces, los facciosos arrestan a los marinos y acusan judicialmente a quienes reciben la denuncia (Altamirano, Garretón, Enríquez). Los medios de prensa de la derecha y democratacristianos se hacen eco de la impostura y propalan a los cuatro vientos la supuesta conspiración revolucionaria en la Marina.

Sostener que sin el discurso de Altamirano no hay Golpe nos llevaría al absurdo de sostener que si por alguna situación circunstancial no asiste al acto, no habría golpe militar.

Según múltiples testimonios, al inicio del discurso hay expresiones ruidosas de malestar en la militancia que cree ver una claudicación de su dirección. Sobre las características de la militancia, Víctor Barberis recuerda:

"El PS contaba con siete mil a la fecha del triunfo electoral. Diez meses después el refichaje arrojaba una cifra de 108.000. Fue un crecimiento torrencial en el que influyeron dos factores: el porcentaje de inevitables oportunistas que se suben al carro del triunfo (minoritario, creo) y una gran masa formada en parte por simpatizantes de nuestra periferia electoral que venían definiéndose desde hacía años como allendistas. Por otra parte, elementos populares o ligados directamente a la producción (obreros y campesinos) que buscaban un vínculo orgánico con el partido que aparecía como la vanguardia de un intento de transmutación revolucionaria de la sociedad y de su propio destino vital.

"El aporte de éste último segmento fue mayoritario. Alrededor de un 60% de las direcciones regionales eran conducidas por compañeros de ese afluente en 1972. Su presencia política ejercía presión sobre la dirección máxima. Sus frutos fueron sin duda contradictorios. Eran el ariete que empujaba al partido y al gobierno hacia la fractura de las estructuras capitalistas. Pero sin experiencia de luchas y derrotas previas, sin cultura política-ideológica, muy prisioneros del subjetivismo exigían consumar rápidamente una revolución, lo que estrechaba enormemente el espacio político de negociación de la UP con el centro (DC) que a lo menos hasta comienzos del '72 era viable sin inmolar los objetivos estratégicos".

No pretendo en modo alguno oscurecer las responsabilidades direccionales en el curso general de los acontecimientos, que quedan de manifiesto a lo largo de todo el texto, y hacerlas recaer sobre las bases, pero creo conveniente tener en consideración el marco político en que se adoptan las decisiones políticas y se construye el discurso partidario.

Los hombres importan en un proceso histórico, pero ellos no hacen sino reflejar, expresar y sintetizar lo que son las grandes corrientes en pugna. Ya hemos visto la magnitud e intenciones de la intervención norteamericana en Chile desde a lo menos un decenio antes.

¿Quién era Altamirano?. Un político de izquierda. Hoy diríamos progresista, que recibió el impacto de la Revolución Cubana y de la heroica y victoriosa lucha del pueblo vietnamita contra el imperialismo norteamericano. El era jefe de un partido legal y parlamentario que se radicalizaba día por día, es cierto, pero, el no era un comandante guerrillero.

¿Es Carlos Altamirano un cobarde como algunos insinúan?. Rotundamente no. El llega a su puesto el 11 de septiembre. ¿Dónde están los jefes políticos de la derecha?. Esperando que una mano ajena ejecute el crimen.

Altamirano puso en riesgo su vida el 11 de septiembre, su captura habría significado su ejecución. Cualquier jefe de partido en tales circunstancias se habría exiliado de inmediato, hay muchos ejemplos en América Latina.

Altamirano cumplió con su deber como jefe de un partido legal y parlamentario el 11 de septiembre.

Sobre su actuación en esos decisivos hechos remitámonos a sus propias palabras, expresadas en el libro de Patricia Politzer “Altamirano”. Allí señala:

“Hacía meses que yo tenía la convicción de que se preparaba el Golpe, tenía múltiples informaciones de cómo avanzaba la conspiración militar. La noche del 10 de septiembre mientras comía en la residencia del embajador cubano, Raúl García Incháustegui, empecé a recibir numerosas llamadas telefónicas para informarme de los movimientos de tropas que se estaban produciendo por todos lados, en Los Andes, en Santiago, en Valparaíso.

"Entre las 10 y las 12 de la noche llamé a Tomás Moro 3 ó 4 veces para comentar con Allende la gravedad de lo que estaba pasando, pero él insistía en que se estaban tomando todas las medidas (…).

"Yo estaba convencido de que el Golpe ya estaba en marcha. Insistía, pero desde Tomás Moro siempre me contestaban que habían hablado con el Comandante en Jefe del Ejército -es decir con Pinochet-, con el jefe de tal regimiento o con algún almirante, y que todos tenían una respuesta clara frente a los que nos preocupaba.

"No me convencían esas respuestas, y creo que tampoco convencieron a Allende ni a Letelier, pero qué podían hacer si los altos mandos -Pinochet, Brady, Carvajal- aseguraban que reinaba la más absoluta normalidad.

"Me retiré relativamente temprano a mi casa, hablé un par de veces más con Allende hasta que me quedé dormido. A las cinco y media de la mañana sonó el teléfono y un compañero, que no recuerdo quién era, me anunció que ya no cabía duda, el Golpe iba. Llamé de inmediato a Tomás Moro y Salvador me confirmó los hechos. En ese instante estaba terminando de vestirse para trasladarse a La Moneda.

“Para esa eventualidad -le informé a Allende- la dirección del partido ha previsto reunirse en Mademsa. Pero nada fue como se había previsto. No son pocos los que debieran responder por qué las cosas no marcharon, por qué los operativos no funcionaron, por qué el día del Golpe ninguno de los seis compañeros encargados de mi seguridad llegó a buscarme (…). Tuve que llamar a mi amigo Carlos Lazo, quien me pasó a buscar en su auto poco antes de las siete. No recuerdo por qué, en vez de ir directamente a Mademsa, partimos a las oficinas de la Corporación de Mejoramiento Urbano (Cormu), donde nos juntamos con los demás compañeros de la Comisión Política. En pocos minutos fueron llegando distintos dirigentes, como el subsecretario del partido, Adonis Sepúlveda, Ariel Ulloa, Rolando Calderón, Hernán del Canto y Arnoldo Camú.

"La idea era ver cómo organizar la defensa del régimen. Lo primero que se hace es plantearle a Allende la posibilidad de que abandone La Moneda. Todavía era temprano, el edificio no estaba aún totalmente rodeado de tanques y podía intentarse un rescate en 4 ó 5 autos. No era algo descabellado, pero yo sabía claramente que la respuesta sería negativa. El tema se había discutido con Allende en más de una oportunidad y su reacción fue siempre la misma: él no abandonaría La Moneda.

"Decidimos designar a Hernán del Canto, para que fuera a conversar con el Presidente y ver si en La Moneda existía algún plan operativo que pudiese ponerse en acción.

"Desde la Cormu nos comunicamos con dirigentes que estaban en otros sectores, especialmente con Eric Schnake que se encontraba en Radio Corporación, que hasta ese momento seguía transmitiendo y estaba en permanente contacto con La Moneda.

"Entre Schnake y algunos miembros de la Comisión Política decidieron que yo hablara por la radio, llamando al pueblo a defenderse del Golpe fascista. Yo me negué; la información que teníamos no permitía que hiciéramos una llamada de ese tipo (…)

"Después de una discusión se acordó que la llamada la haría Adonis Sepúlveda (…), pero no alcanzó a transmitirse porque en ese momento la radio fue bombardeada.

"Del Canto volvió muy pesimista: 'En La Moneda ni hay ninguna posibilidad de preparar una defensa coordinada', dijo, (…) se ha producido el desplome de las pocas iniciativas de defensa que había y el Presidente está dispuesto a defender con su vida el mandato constitucional. Ya no hay nada que hacer'.

"Al poco rato escuchamos el último discurso de Allende, que como todo lo que ocurría en esos momentos produjo opiniones encontradas (…).

"A mí las palabras de Allende no me sorprendieron, eran coherentes con las discusiones que habíamos tenido en el último tiempo. Yo hubiera querido que el pueblo se defendiera, pero (…)

"A pesar de que la situación se veía cada vez más grave, acordamos dirigirnos a Mademsa, pensando que desde esa industria era posible preparar alguna defensa.

"Partimos en varios autos, yo iba con Adonis Sepúlveda, Hernán del Canto, Camú y, si mal no recuerdo, Rolando Calderón. Camú nos guió hasta un local en el sector de Avenida Matta donde recogimos algunas armas. Era todo muy precario, un par de metralletas y un par de pistolas.

"El control militar era cada vez mayor: un helicóptero nos detectó al salir de ese local y comenzó a descender sobre nosotros. Rápidamente acordamos dividirnos en dos grupos para que uno partiera directamente a Mademsa y el oro, formado por Adonis Sepúlveda, Del Canto y yo, es decir la dirección propiamente tal, se trasladara a la casa de un compañero que vivía en San Miguel para tratar de organizar algo desde allí. Teníamos que ver en qué otras industrias había resistencia y cómo podían coordinarse las actividades.

"El compañero José Pedro Astaburuaga era un viejo militante del partido, no tenía ningún cargo dirigente, pero nos recibió sin ninguna vacilación y sin preguntar mayores detalles.

"Desde allí nos comunicamos con dirigentes del PC y del MIR para tratar de ordenar las operaciones de resistencia que cada grupo estaba desarrollando por su cuenta. Pero los minutos pasaban y los acontecimientos ocurrían en forma tan vertiginosa que no teníamos capacidad para reaccionar. La posibilidad de una defensa eficiente era cada vez más remota.

"Entonces comenzó el bombardeo a La Moneda. (…) Algunas horas más tarde vino la noticia de la muerte de Allende. Nos enteramos por la radio. Hubo reacciones de desconcierto, de rabia, incluso de irritación. Un compañero comentó que Allende había buscado esa situación. Algunos dudaban de que fuera cierto. Yo sabía desde hacía mucho tiempo que Allende había optado conscientemente por ese camino y que lo iba a cumplir. No tuve ninguna duda de que había muerto y sentí una enorme tristeza. Para mí había concluido una vieja y entrañable amistad.

"Apenas habíamos asimilado su muerte cuando nos dimos cuenta de que el vuelo de los helicópteros era cada vez más cercano. La casa del compañero Astaburuaga podía estar siendo vigilada. En San Miguel el tiroteo era intenso, los rumores y el relato de lo que estaba pasando en otras partes aumentaban el temor y el nerviosismo. La tensión se hacía insoportable. No podíamos seguir en aquel lugar que sería allanado en cualquier momento, como de hecho ocurrió algunos minutos después que salimos.

"Faltaba poco para el toque de queda y acordamos que cada uno saldría por su cuenta, y que Hernán del Canto y yo nos comunicaríamos a través del compañero Astaburuaga, ya que ninguno sabía dónde iríamos a parar.

"Era tal la indefensión en que me encontraba que tuve que aceptar la oferta del compañero Astaburuaga y pedir ayuda en esa casa humilde donde pasé la noche del 11 de septiembre. Hernán Cortés habría dicho 'la noche más trágica y triste de mi vida'.

"Eran poco más de las seis de la tarde cuando quedé absolutamente solo en esa casa en la que no conocía a nadie. Entonces empecé a tomar conciencia de lo que estaba pasando. Hasta ese momento era tal el tráfago de acontecimientos, de exigencias, de decisiones, que no había tenido tiempo de pensar. Sólo ahora, en esa tremenda soledad, veía en toda su magnitud esta enorme tragedia que se estaba produciendo (…)".

El informe que Hernán del Canto le entrega a Altamirano sobre la situación en La Moneda, en que como hemos visto se combate con un coraje extraordinario, tiene un contenido que invierte la realidad de los hechos, pues quien se ha desplomado, sin poder controlar sus nervios ha sido precisamente Del Canto, que como dan cuenta múltiples testimonios huyó de La Moneda dando vivos signos de preocupación por su integridad personal.

Se ha presentado a la opinión pública a Carlos Altamirano como una suerte de empecinado enemigo y obstructor de la política del Presidente Allende. Tanto se ha repetido que esto parece haberse hecho un lugar en el imaginario colectivo. Pero las cosas ocurren de un modo exactamente contrario. Hemos recogido los testimonios de los miembros del Comité Central y la Comisión Política de aquellos años y confrontados con los hechos se ven ratificados en el sentido de que Altamirano era un firme allendista en la dirección socialista. A esto nos referiremos con mayor detención en el capítulo que trata de la relación PS- Allende.

Carlos Altamirano se ha autoaplicado una sanción ético política que en realidad no merece. Se apartó de la vida política asumiendo una culpa que no es tal. La oligarquía chilena y el imperio norteamericano dieron el Golpe y desataron el genocidio, eso fue un modelo para el conjunto de América Latina. Las dictaduras se iban a imponer independientemente de la actuación personal de Carlos Altamirano.

Es más, ¿de qué se le puede acusar?. ¿De corrupción, de algún crimen político, de instalar una dictadura?. ¡De nada! Altamirano ha sido una víctima más de la dictadura militar como lo fueron millones de chilenos.

Altamirano y la dirección revolucionaria del PS fueron objeto de muchos ataques por la derecha de aquellos tiempos y sufrieron también los embates del reformismo de aquellos días.

Jaime Gazmuri, dirigente del MAPU en aquel tiempo, recuerda:

"Antes e inmediatamente después de la elección de marzo de 1973 el tema era si se mantenía o no a Prats en el gabinete. Después de las elecciones y pasada la emergencia las Fuerzas Armadas vuelven a sus funciones. Ahí, nosotros con el Presidente estábamos por mantener a Prats en el gabinete. Hubo muchas conversaciones con Prats, yo las seguí muy de cerca, unas veces a través de Fernando Flores y otras veces directamente.

"Aquí hay una dimensión bastante desconocida, Prats plantea que la continuidad requiere de un acuerdo programático que fundamente la permanencia de los militares. Se trabaja esa perspectiva. Se redacta incluso un documento programático. El mayor problema para establecer un acuerdo político sólido con el mando militar democrático eran las divergencias al interior de la Unidad Popular. La idea era producir una definición en el PS y en el MAPU, una definición que pasaba por el cambio de direcciones, en el fondo por la sustitución de Carlos Altamirano y de Oscar Guilermo Garretón.

"Este asunto lo trabajamos mucho con los socialistas que estaban en esta línea, sobre todo con Clodomiro Almeyda y con Rolando Calderón, que representaban un sector importante de la dirección del PS. Los socialistas pensaban en un pleno del Comité Central para cambiar al secretario general, creían que podían construir una mayoría para hacerlo. Nosotros que habíamos perdido el congreso en noviembre de 1972 no teníamos más camino que la ruptura.

"Acordamos con los socialistas que ellos resolvieran y que nosotros nos plegaríamos, porque lo central era el PS. Pero nuestros amigos del PS, no sé si con buen criterio, nos aconsejaron que vayamos nosotros primeros.
Y así se produce la ruptura del MAPU, que provoca un terrible impacto en el PS, con acusaciones de que hay gente en el partido que quiere hacer lo mismo. Hay una reacción masiva de simpatía hacia Garretón en el PS, salvo el núcleo de amigos nuestros que no se haya en condiciones de asumir nuestra defensa... Clodomiro Almeyda, quien además era canciller, tuvo el coraje y la valentía política de enviarnos un mensaje de apoyo para que se leyera en el acto público que hicimos" (El sol y la bruma, Págs. 94, 95 y 96/Jaime Gazmuri/Santiago, Chile, 2000, Ediciones B).


Consultados diversos dirigentes del Comité Central de la época, les parece completamente inverosímil que Rolando Calderón participara en una maniobra contra Altamirano dado el alto nivel de entendimientos políticos que venía alcanzando la dirección socialista que ambos integraban. Personalmente recuerdo haber escuchado en el 2003, en el lanzamiento de un libro de su autoría, a la dirigente comunista Gladys Marín señalar que uno de los obstáculos para la unidad de la izquierda era lo que ella denominó el grupo de los elenos encabezados por Rolando Calderón.

La participación del general Prats en la maniobra parece aún más dudosa. Con todo, lo significativo es que esta operación evidentemente existió.

Una de las tesis a la hora del análisis de la caída del gobierno popular es aquella que sostiene que el secretario general del PS, Carlos Altamirano, habría desarrollado una férrea oposición al gobierno popular en un afán voluntarista por desarrollar más aceleradamente el proceso. Estas diferencias tácticas habrían tenido una connotación personal y habrían impedido que el Presidente Allende tuviera el respaldo necesario para culminar con éxito su mandato.

En cuanto a la relación Altamirano/Salvador Allende, Herman Coloma recuerda:

"El principal representante de Allende en la Comisión Política fue Carlos Altamirano, por lo que, y me acuerdo bien, nunca tuvo una posición estratégica distinta, lo puedo asegurar. En el caso de las conversaciones con la DC se ha planteado que el PS no apoyó a Allende, pero me parece desleal con la verdad histórica.

"Allende ganaba siempre en la Comisión Política por 11 a 4 ó 10 a 5, en el Comité Central ganaba 30 a 15 o cuando menos 28 a 17. Allende nunca perdió una decisión importante en la CP o el CC.

"En una ocasión tuvimos una posición contraria en la CP, fuimos cinco miembros a conversar con Allende, le dimos nuestra argumentación, él llamó a Blanco y le dijo algo al oído, luego de escuchar se paró y nos dijo: 'Vamos, que se va a enfriar la comida' y cambió su decisión.

"Lo que sí ocurrió es que en publicaciones que circulaban por los cordones industriales, allí había posiciones controvertidas. Ahora sí, una publicación, 'La Aurora de Chile', tenía posiciones distintas y criticaba. Eran problemas muy complejos.

"En un pleno en Coya, 'La Aurora de Chile' había juntado fuerza para hacerle una fuerte crítica. Llegamos a las 10 A.M., Allende llegó a las 6 P.M. en helicóptero, se tiró antes que aterrizara del todo, empezó a saludar a la gente, le decían: 'Aquí está su ahijado', demoró una hora y media saludando a la gente, luego de esa manifestación popular el impulso crítico se había diluido, hizo su discurso en todas las discusiones del día siguiente.

"Era la estructura de funcionamiento del partido y la sociedad. Todo se discutía, las bases exigían sus derechos. Allende era abierto a la discusión democrática".

El debate interno es consustancial al pensamiento socialista, eso es una práctica que en este mundo no escandaliza a nadie.

Respecto de la relación Allende/Altamirano, Víctor Barberis tiene una visión que agrega nuevos elementos, así nos cuenta que:

"Las relaciones de Allende con Altamirano comenzaron siendo excelentes y de elevada confianza. Allende apoyó con todas sus fuerzas su elección como secretario general en el Congreso de La Serena. Todo indicaba en esa fase que era lo políticamente adecuado. Para la etapa por venir, que Allende barruntaba extremadamente compleja y dinámica, Aniceto Rodríguez aparecía algo tradicional, dirigiendo un Comité Central añoso con algunos camaradas que incluso venían de tiempos del Frente Popular.

"Las relaciones entre ambos se agriaron a medida que el proceso y las contradicciones que él mismo creaba iban profundizándose. Mientras Allende procuraba que el ritmo del proceso fuera consonante con su doctrina de pasar al socialismo en el marco de las instituciones heredadas por una vía política, Carlos Altamirano fue preconizando su implosión y reemplazo a través de todas las formas de lucha, incluída la armada. En ello expresaba a la mayoría del CC y del partido en su conjunto de la época. Ambas posiciones fueron en general consistentes en el ámbito público, pero con contradicciones íntimas.

"En Allende aparecían arrebatos ajenos a su mentalidad y formación que, en la medida que era combatido inmisericordemente por la oposición, lo llevaban a pensar en salidas de fuerza.

"Por su parte Altamirano en el coloquio interpersonal, lejos de la tribuna, dejaba entrever su hondo escepticismo respecto al éxito de una opción violenta, trayendo a la mesa el factor FF.AA. y elementos que parecen estar en la naturaleza del alma nacional. De todas maneras la relación se alteró de tal modo que recuerdo que en los últimos meses de gobierno, Altamirano no concurría a La Moneda y delegaba su representación en Adonis Sepúlveda, a la sazón subsecretario general del PS.

"Queda flotando su pregunta: ¿fue Altamirano un acérrimo contradictor de Allende? En la percepción social global es visto así. Yo creo lo contrario. Ambos condensaron dos opciones tácticas tras un mismo objetivo sincero: el intento chileno al socialismo. Ninguno de los dos las inventó. Surgieron de la sociedad progresista misma y coagularon en ellos sin que existiera en lo personal una animadversión, rivalidad ni cálculo pequeño. Ambas por cierto muy inéditas: la una apostando a la inercia constitucionalista de las FF.AA. y al cambio en el marco de la democracia formal heredada; la otra proponiendo un remezón violento de las estructuras y la consolidación de una revolución proletaria-campesina en un país de dominante clase media. Creo que uno aceptaba algo de la lógica del otro, pero permanecieron inquebrantablemente leales a sus visiones político-tácticas. Desgraciadamente nunca sabremos cuál de las dos habría hecho viable el tránsito al socialismo en Chile".

La discusión política en aquellos días era muy intensa y extendida en el PS y en la sociedad. En aquellos años, por ejemplo el regional Santiago Centro, cuyo secretario político era Juan Bustos y del que además formban parte Tito Drago y Santiago Escobar sacaba en los quioscos el semanario 'La Aurora de Chile'. Había allí un rico debate político e ideológico, que se hacía de puertas abiertas y en el que la masa ciudadana no era un sujeto pasivo.

Las diferencias políticas entre Altamirano y Allende no se constituían, en tal contexto, en algo dramático.


ALLENDE Y EL PARTIDO SOCIALISTA


La relación entre Salvador Allende y el Partido Socialista fue compleja y multifacética. Ello es lógico si consideramos que Allende fue fundador del PS y militó en el hasta el día de su muerte, hechos entre los que transcurrieron más de 40 años de intensa vida política nacional y que el PS es una organización democrática donde el debate forma parte. Pero podemos decir, sin temor a equivocarnos, que Allende fue el mejor socialista del siglo XX y que la supuesta relación contradictoria con el PS no es sino un mito más de la historiografía oficial.

Allende es en sí mismo producto y productor de un ethos socialista muy potente.

El 19 de abril de 1973 con ocasión de de celebrarse un nuevo aniversario de la fundación del partido socialista, Allende expresa:

"Hombre nacido en un sector de la burguesía, por convicción intelectual y por la carrera que eligiera, me fundí con el dolor y el sufrimiento del pueblo y he estado junto a él en todas las batallas...

"...Lo mejor que tengo se lo debo al partido, a la Unidad Popular y al pueblo. Al partido que es hogar, escuela y trinchera, donde todos entregamos algo y recibimos mucho. Y a aquellos militantes anónimos que nunca tuvieron la posibilidad de destacarse, porque son las manos anónimas que entrelazadas dan la fuerza y vigor al Partido Socialista. Por eso esta noche mi recuerdo agradecido para ellos, mi recuerdo emocionado es para los que cayeron, llevando en la retina el recurdo de las luchas en que participaron. Ellos no están ausentes, ellos están aquí en la victoria popular y la obligación suprema que todos tenemos, el compromiso con nuestra conciencia, con el pueblo y la historia, el homenaje a los revolucionarios caídos...

"... Por eso como militante socialista y compañero Presidente de Chile, no puedo pedir otra cosa a a ustedes, mis hermanos en la vida y en la acción, que hagan del partido un instrumento duro, firme y acerado, que el partido sea monolítico en cuanto al pensamiento ideológico, pero que haya auténtica y amplia democracia interna, que permita disentir dentro de la vida partidaria, con respeto a la opinión de cualquier compañero, pero que fuera de la vida del partido no haya más que socialistas defendiendo la táctica y la estrategia de la Unidad Popular. Tenemos que hacer nuestro el viejo axioma de aquellos anarquistas que decían 'la agresión a uno, es la agresión a todos'. Así quiero al partido, un partido duro, acerado, flexible, combatiente, con centralismo democrático y auténtica conciencia revolucionaria".

Hay algunas ciertas coordenadas centrales que se mantienen inalterables en la conducta política y vida militante de Salvador Allende: 1.- Su voluntad de transformar la sociedad capitalista en una socialista. 2.- Un profundo respeto a los principios y los valores de la democracia. 3.- La subordinación de la praxis política a los requerimientos de la ética revolucionaria. 4.- Su apego militante a la disciplina partidaria.

Muchas cosas pasan, grandes acontecimientos se desarrollan, pero en ninguno de ellos Allende deja de conducirse fuera de los principios antes señalados. Ninguno de estos principios es contradictorio con la teoría revolucionaria del PS, sin perjuicio de que las vicisitudes de la práctica política pongan cotidianamente de manifiesto las tensiones existentes entre teoría y praxis.

Que el norte de Allende era la construcción del socialismo en Chile y América Latina no deja lugar a duda alguna. El era un político de elecciones, sin embargo viajó por lo menos una vez por año a Cuba a ver la construcción del socialismo allí. Eran visitas que le causaban detrimento electoral en los votantes menos consistentes ideológicamente, pero Allende no lo ocultaba ni dejaba de observar la experiencia cubana con esperanza.

Cuando el Comandante Che Guevara cae en Bolivia, el hermoso discurso que pronuncia en el Senado chileno lo acompaña con la exhibición del texto "La guerra de guerrillas" de Guevara que tiene como dedicatoria "A un compañero que por otros medios busca lo mismo".

En el momento definitivo de su vida cuando ya no hay oportunidad alguna de alterar el curso de los acontecimientos, cuando lo que se está yendo es la vida misma, en el fragor del combate señala:

"Otros hombres superarán este momento amargo donde la traición se pretende imponer... se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor".

En los momentos en que Allende como ser humano sabe que ya no tiene un mañana, reafirma su confianza en el advenimiento de una sociedad socialista.

Para Allende los principios están por delante del cálculo político.

Hay muchos ejemplos, señalemos sólo un par.

En 1971 un grupo de revolucionarios argentinos que estaba preso en el penal de Rawson logró escapar en un avión comercial hacia Chile. Argentina estaba bajo la dictadura militar del general Lanusse, militar un tanto aperturista, con el cual Allende había celebrado una estratégica reunión en Salta y por medio de la cual se logró desactivar la posibilidad que el imperio norteamericano agrediera el proceso chileno mediante el atizamiento de los problemas con el país vecino. Esta posibilidad fue explorada por la CIA, según hemos visto en documentos oficiales norteamericanos.

Llegan a Santiago los guerrilleros argentinos, entre los que se cuentan Roberto Santucho y Humberto Gorriarán Melo del ERP; Fernando Vaca Narvaja y Roberto Cirilo Perdía, de la Conducción Nacional de Montoneros y otros dirigentes del más alto nivel.

El gobierno argentino anuncia que pedirá la extradición de los fugados por piratería aérea, que como se sabe es uno de los más graves en el Derecho Internacional.

El Partido Socialista envió una delegación que confraternizó con los argentinos en el cuartel central de Investigaciones en el que se encontraban detenidos/alojados. Las fotos de la reunión desataron la histeria de la prensa chilena derechista.

Allende recibió a los abogados de los fugados en La Moneda y les hizo escuchar las opiniones de los miembros del gabinete que tuvieran relación con el caso. El canciller Clodomiro Almeyda hace valer las obligaciones legales del gobierno chileno. Sólo el presidente del Consejo de Defensa del Estado, Eduardo Novoa Monreal, planteó argumentos a favor de los transandinos. Todos expusieron de tal manera que Eduardo Duhalde, abogado de los argentinos, creyó que serían devueltos a las prisiones dictatoriales. Eso con suerte pues los guerrilleros que no pudieron escapar, hombres y mujeres, serían masacrados a mansalva en la base naval de Trelew el 22 de agosto.

Sorpresivamente Allende, con evidente gesto de molestia y firme determinación en la voz se paró y dijo:

"Así serán las cosas, pero este es un gobierno socialista, ¡mierda!, y aquí no entregamos a ningún compañero, esta misma noche se van para Cuba ".

Los principios por delante del cálculo político

A fines de los '30 asumió el gobierno del Frente Popular, encabezado por Pedro Aguirre Cerda. En el gabinete figuró Salvador Allende como ministro de Salud, tenía entonces 30 años.

Al poco tiempo el gobierno el gobierno empieza ya a gobernar mirando la cara de los empresarios. Allende renuncia a su cargo y encabeza lo que se denomina el Movimiento de Recuperación Socialista, con esta política de volver a la izquierda y los trabajadores es elegido Allende Secretario General del PS en Rancagua, en 1941.

Los principios por delante del interés personal y el cálculo político. Es la misma actitud que tiene el PS cuando abandona el segundo gobierno de Ibáñez por un conflicto entre trabajadores y el gobierno.

La relación de Allende con la democracia fue profunda y sincera.

La semilla desde la que germina el Partido Socialista es la República Socialista del 4 al 16 de junio de 1932, que fue un gobierno encabezado por civiles y militares que derrocaron al gobierno de Juan Esteban Montero. La experiencia es derrotada, pero de ésta surge la necesidad de crear un partido.

La relación revolucionaria del PS y los militares se extiende por toda la década del '30. El coronel Marmaduke Grove que encabezó la República Socialista es el líder indiscutido del PS.

En octubre de 1969 se produce un amotinamiento militar en el Regimiento Tacna, encabezado por el general Roberto Viaux, en apariencia por reivindicaciones salariales del personal uniformado. Es un acuartelamiento muy especial, pues entra y sale gente del regimiento y las unidades militares enviadas a sofocar la situación observan los hechos sin mayores preocupaciones, mientras que otras retrasan deliberadamente su llegada.

La dirección del PS en el marco de una democracia burguesa que se desprestigia día a día, no condena de inmediato los hechos. Es más, envía a dos miembros de la Comisión Política, Tito Martínez y Eric Schnake, a conversar con Viaux para ver de qué se trata. El parlamento con militares insubordinados indigna a Allende, si no echan pie atrás, él mismo recurrirá a la base socialista. Le dobla la mano a la dirección, la que termina sin mayores fervores condenando el acuartelamiento militar, éste llega a su fin sin hechos de violencia ni víctimas que lamentar.

Son tiempos en que el gobierno DC mantiene una dura represión sobre el PS y el movimiento popular, pero Allende distingue entre la contingencia y el sistema democrático.

Se dice que Allende habría sido maltratado históricamente por el PS, así se menciona que cuando a mediados del '60 se le postuló como senador por Valparaíso, esto habría sido someterlo a la posibilidad de una derrota segura a manos del prestigiado médico comunista Jaime Barrios. Pero esta versión propalada por el historiador Gonzalo Vial olvida que la dirección del PS para postular a Allende tuvo que bajar al senador Carlos Alberto Martínez, quien era una figura histórica del socialismo chileno. Con todo, como se sabe, Allende resultó electo y arrastró al senador comunista con sus votos.

Se ha señalado que la candidatura presidencial habría partido con fuerte oposición socialista a la designación de Allende como abanderado. Sobre este punto Hernán Coloma señala:

"Hay todo un mito relacionado con la elección de Allende como candidato del PS. El ganó a Aniceto Rodrìguez en el PS, él ganó y fue el candidato. Allende iba por cuarta vez, igual que pasa hoy había candidatos, el Secretario General, Aniceto Rodríguez, tenía un grupo de apoyo muy fuerte. El grupo que apoyó a Allende fue el sector diríamos revolucionario. Esta discusión es natural al interior del PS. Aquí se creó el mito que el PC lo apoyó, pero eso no fue así, el PC tenía su candidato que era Pablo Neruda. La candidatura de Allende costó mucho con las fuerzas aliadas, pero el PS impuso su candidatura".

La adhesión, el respeto y cariño de Allende al Partido Socialista no era una entelequia, sino que se expresaba en el día a día, en la forma de relación de Allende con sus compañeros.

Hernán Coloma recuerda:

"Allende participa en una reunión de la Comisión Política, en aquella como en casi todas por aquellos días se debatìó con gran pasión. Al término de la reunión, con su habitual sentido del humor, se acercó a mí frunciendo el ceño, como si estuviera muy enojado y me dìjo: 'Usted es un cabro un poco insolente, ignorante y falto de formación, así es que mañana lo quiero en mi casa a la hora de once, que yo me voy a preocupar de su formación y de enseñarle política como corresponde. Allí estuvimos al día siguiente".

A poco de asumir el gobierno popular llegó hasta las puertas de La Moneda un hombre de alrededor de 70 años, bien erguido y con decisión en sus movimientos pidió hablar con el Presidente. Se le pidió su nombre y él dijo con seguridad: "El compañero Chicharra".

Se llama al gabinete presidencial para cumplir una formalidad. Era evidente por su aspecto que el hombre no era de las clases pudientes de este país. Tampoco parecía alguien políticamente conocido. Llegó el sorpresivo "que pase".

Allende estaba con algunos de sus ministros y colaboradores más cercanos. Cuando el compañero 'Chicharra' entró al salón, observó por algunos segundos su magnificencia, luego miró al Presidente y dijo con satisfacción: "Ganamos".

Se fundió con el Presidente en un abrazo, éste les comentó a los demás: "Es el compañero Chicharra". Alguien le preguntó: "¿Socialista también?". Sí, le díjo Allende con indisimulado orgullo, somos fundadores del partido el año '33. Sí, añadió Chicharra y luego poniendo sus dos manos en un grueso cinturón que envolvía su cintura dejó ver una gruesa hebilla de acero con la forma del símbolo del PS, la América Latina y un círculo. Era parte del uniforme de las Milicias Socialistas en la década del '30. Muchos fascistas chilenos, organizados en milicias también, supieron por aquellos años que esa gruesa hebilla no sólo servía como pasante del cinturón.

Allende con tono de gravedad recordó: "Fuimos milicianos, camisas de acero". "Sí" -agregó el visitante- "y usted era comandante".

Los viejos camaradas conversaron sobre la familia y esas cosas. Cuando se percibió en el ambiente que el encuentro se acercaba su fin, el viejo Chicharra le plantea: "Estoy jubilado, pero la plata es muy poca. Estoy buscando pega, por eso vine".

Allende caviló un instante y luego se preguntó a sí mismo: "¿Dónde metemos a Chicharra?". Este, como ayudándole, le dijo: "Métame aquí, en La Moneda". Allende le responde: "¿Pero en qué te puedo meter? Esta es la casa de gobierno". Allende no parecía encontrar salida cuando sorpresivamente señala: "Ahí está, vas a cuidar los cañones que están en los patios, que nadie se los robe". De paso puso su mano detrás de una oreja y la echó adelante. Chicharra entendió el mensaje.

Estaba en todas partes, junto a los periodistas, todo lo que pudiera ser útil al gobierno lo comunicaba el viejo Chicharra. Hay quienes dicen haberlo visto bajo las bombas el 11 de septiembre.

Manuel Cortés, de destacada participación como hemos visto en la defensa el día 11, acerca de la relación de Allende con sus compañeros señala:

"Yo había entrado al Ejército de Liberación Nacional en los años '60. Luego del triunfo de Allende me llama el comandante Joaquín, quien me informa que el Presidente electo necesitaba apoyo en seguridad. Partimos cuatro compañeros. Cuando nos presentaron al doctor, éste nos pidió le hiciéramos presente nuestras posiciones políticas, le hicimos presente nuestras tesis que eran foquistas y cómo nos entendíamos parte de un esfuerzo que tendría una dimensión continental.

Nada dijo pero cada vez que se subía al auto él mismo ponía el tema y nos íbamos discutiendo políticamente, nosotros éramos muy jóvenes, se discutía con gran pasión, pero con mucho respeto. El nos fue convenciendo y además nosotros le fuimos tomando cariño. Era el compañero Presidente".

En una visión general de la relación Allende/PS, Víctor Barberis nos plantea:

"Salvador Allende y el Partido Socialista sostuvieron hasta el '70 relaciones muy contradictorias. Mientras el primero era su más relevante personero en cuanto a impacto popular, la “nomenclatura” reclutada mayoritariamente en la fracción que venía del Partido Socialista Popular mantenía una desconfianza y lejanía manifiestas, viendo en él a un reformista o socialdemócrata que transaría a poco andar con las fuerzas conservadoras y no alteraría el statu quo si es que alcanzaba la primera magistratura.

"La capacidad de poder de Allende al interior del partido era muy débil. Sólo logró hacer elegir a uno o dos personeros allendistas “a outrance” en el Comité Central elegido en el congreso partidario de 1968. Para efectos del pronunciamiento sobre el candidato presidencial el 69 fue elegido en la primera votación Aniceto Rodríguez por 22 votos contra 2 de Allende. Al renunciar sobre la marcha Rodriguez posibilitó la designación de Allende por 2 votos a favor y... 22 abstenciones. Lo dice todo.

"La desconfianza en Allende era tal que una vez conocido el resultado en las urnas, la preocupación central del partido era reflexionar sobre cómo impedir que el Presidente 'traicionara' el Programa de la Unidad Popular.

"Allende se encargó de desmentir la leyenda negra desde un comienzo poniéndose por delante de los Comités Centrales Socialista y Comunista y amenazando con la insurrección popular si el Congreso desconocía su victoria.

"Esa primera de sus conductas, unida a su increíble porfía por cumplir con el programa de la UP (construcción del socialismo en Chile), generó un emocionante respaldo de los socialistas que las circunstancias de su muerte no han hecho sino profundizar. También es indesmentible que la dirección de la época, de la que formé parte, se inclinó en general a favor de sus decisiones, incluso de algunas muy dolorosas para la epidermis socialista de la época (inclusión de militares en el gabinete por ejemplo).

"Es efectivo también que bajo el período, y pese al avance de un programa radicalmente antioligárquico y antiimperial por Allende encabezado, hubo sectores dentro del partido que criticaban su gestión por considerarla 'reformista'. Estas opiniones surgían de grupos minoritarios, constituidos dominantemente por profesionales o maestros universitarios que veían al escenario chileno como simétrico al de Rusia de 1917 y se sentían llamados a jugar el rol de 'bolcheviques', llegando en su subjetivismo a identificar a Allende con Kerensky".


No se puede decir con rigor histórico que el Partido Socialista haya dejado solo o mucho menos traicionado a su militante y fundador Salvador Allende, por lo menos no hasta el 11 de septiembre de 1973.

Después ha corrido mucha agua bajo el puente, pero ese ya no es un período que trate este libro.


Titulares recientes:

Deslizador de imagenes